26 - Diciembre, 2003. Concepción      

MEDIO

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TÍTULAR

AUTOR

Reinado Social

12/03

TODA LA VIDA ES ADVIENTO

Juan Martín Velasco

Revista de Pastoral Juvenil

12/03

PROYECTO PERSONAL DE VIDA

Mario González Jurado

Alandar

12/03

LOS NUEVOS MOVIMIENTOS ECLESIALES

Daniel Moya

Reinado Social

12/03

REGALO DE NAVIDAD

Norberto Alcober

ECLESALIA

11/12/03

DECLARO SOLEMNEMENTE EL 8 DE DICIEMBRE FIESTA MUNDIAL DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN DEL GÉNERO HUMANO

Domingo Pérez Bermejo

ECLESALIA

15/12/03

¿QUÉ PASA SI DENUNCIAS A ZARA EN LA PRENSA?

José Ramón Peláez

ECLESALIA

17/12/03

‘FRENTE A LA CAPTURA DE SADDAM HUSSEIN’

VV.AA.

Diario de Navarra

18/12/03

CASARSE POR LA IGLESIA

Casiano Floristán

ECLESALIA

19/12/03

CONFIDENCIAS DE UNA ESTRELLA

Javier del Bosque

Vida Nueva

20/12/03

ES NAVIDAD Y HAY DOS SOCIEDADES

Juan Ignacio Calleja

 

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Reinado Social, Nº861, diciembre de 2003

TODA LA VIDA ES ADVIENTO

JUAN MARTÍN VELASCO

Como cada mes de diciembre, durante casi cuatro semanas, la liturgia católica nos invita a celebrar el adviento, la venida por excelencia, aquélla por la que viene suspirando la humanidad a lo largo de toda su historia, aquélla por la que suspira permanentemente nuestro corazón: la venida del Salvador. El tiempo litúrgico no hace más que concentrar en unos días la celebración de un rasgo permanente de la vida cristiana e incluso de la persona humana: el deseo, la espera, la búsqueda de la vida plena que resume la palabra "salvación”. El Dios que mientras vivimos en el mundo está siempre viniendo, porque nunca podemos poseerlo, hace de los humanos seres siempre a la espera, literalmente pendientes de un más allá de nosotros mismos, hasta que Dios venga a llenar la capacidad de él mismo que al crearnos a su imagen sembró en nuestro interior.

Pero mientras peregrinamos por este mundo, Dios sólo puede aparecer oculto en realidades mundanas. Ni siquiera su aparición en persona en la vida de Jesús nos evita, como no les evitó a los Magos, auscultar las señales de su venida y preguntar dónde ha nacido, dónde sigue naciendo para nosotros el Salvador.

Como muestran los relatos de la Navidad, mil detalles, todos cercanos a nuestras propias vidas, orientan nuestras miradas y guían nuestros pasos hacia Jesús, como aquél en quien "Dios nos ha visitado". Pero ninguna de esas señales nos evitan preguntarle a Jesús mismo, como hicieron los discípulos del Bautista de su parte: "¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?". Su respuesta clarifica definitivamente hacia dónde dirigir nuestra mirada y cómo vivir nuestra espera: "Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan y a los pobres se les anuncia la buena noticia". Los hermanos que sufren y la superación de sus sufrimientos son el lugar de la venida del Señor. Y el trabajo y la lucha por la eliminación de esos males es la forma de hacerla presente en cualquier lugar del mundo y en cualquier momento de la historia.

La salvación siempre será don gratuito de Dios que podemos estar seguros que no ha de faltar a ninguna persona. Pero estamos llamados a preparar su adviento, su venida eliminando de nuestra vida y de nuestro mundo los obstáculos que le cierran el paso.

Al adviento perenne de Dios corresponde, por parte de los humanos, la perenne actitud de esperanza. Vivir en adviento no es fácil, porque hoy no es fácil la esperanza. Pero tenemos un camino seguro para hacerla crecer en nosotros: "Dar razón de nuestra esperanza a quienes nos la pidan”, y compartirla con los que creen no tener razones para esperar.

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Revista de Pastoral Juvenil, Nº 405, diciembre de 2003

PROYECTO PERSONAL DE VIDA

MARIO GONZÁLEZ JURADO, licenciado en teología

¿Por qué un proyecto personal de vida como herramienta para el proceso de crecimiento en la vida de fe de los/las jóvenes? ¿Para qué un proyecto personal?; ¿qué papel puede jugar dentro de dicho proceso de crecimiento? ¿Cómo se puede plantear esta iniciativa para que sea bien acogida y asumida? ¿Qué actores han de intervenir en la utilización de dicha herramienta? ¿Siempre ha de ser igual la forma de afrontar un proyecto personal de vida?

Alguna de estas preguntas puede formar parte de nuestras inquietudes como agentes de pastoral juvenil. Detrás de nuestro trabajo pastoral siempre está la inquietud de favorecer que cada persona descubra una nueva forma de contemplar y de vivir la existencia, guiada por los valores del Reino. En nuestro propio caminar hemos ido utilizando una serie de mediaciones que nos han ayudado a ello: vivir un proceso de crecimiento en grupo, contar con el testimonio de otros hermanos/as mayores y, entre otros, haber realizado un proyecto personal de vida a través del cual hemos vehiculado nuestro propio crecimiento guiados por el Espíritu.

Si yo he descubierto en mi proceso que la actitud de servicio es fundamental para crecer, éste es mi principal argumento para saber que a los/las chavales/as que acompaño también les será de utilidad. Otra cuestión será la forma y manera de plasmar y de vivir dicha actitud en personas de otra generación y con distinta sensibilidad a la mía. De igual modo ocurre si he descubierto el valor de recurrir a un proyecto personal de vida (en adelante PPV).

Si yo no he trabajado nunca un PPV o lo he hecho con un resultado infructuoso, tal vez sea mejor que me plantee si estoy en una situación idónea para proponérselo a otros, porque “nadie da lo que no tiene”.

En todo caso, que estas líneas que vienen a continuación puedan servir tanto a los que están convencidos como a los dudosos del valor del PPV, para recibir nuevas ideas que alimenten nuestro trabajo pastoral.

1.  ¿POR QUÉ UN PPV?

Los seres humanos nos percibimos como seres abiertos, en construcción, por hacer. En suma, somos un proyecto de vida, nos lo planteemos o no de un modo abierto y consciente.

Albergamos en nuestro interior una serie de preguntas existenciales a las que vamos buscando respuesta a lo largo de nuestra vida. El camino de búsqueda de las respuestas a estas grandes preguntas e inquietudes se teje en una serie de etapas, no necesariamente lineales, que requieren de una lectura conjunta para que podamos comprender la trayectoria seguida hasta el momento y la dirección hacia la que apunta para seguir avanzando.

Por otra parte, en nuestra sociedad actual, marcada por el pluralismo de opciones vitales y por la dificultad de encontrar grandes referentes colectivos con los que sentirse plenamente identificados, resulta más precisa que nunca la tarea personal de construir unas convicciones y actitudes propias que ofrezcan un marco de sentido, y de hacerlo acompañados por otras personas que se muevan en una búsqueda común a la nuestra.

Centrándonos en nuestra actividad pastoral, los/las jóvenes que han recibido una invitación de Jesús, “ven y sígueme”, perciben de modo intuitivo que habrá que recorrer un camino para llegar a parecerse a ese modelo de vida que encuentran en Él. Dicha intuición se ve reforzada por la presencia de testigos (catequistas, cristianos de otras comunidades…), que también están en camino y a los que el/la joven puede tomar como referencia más cercana de este proceso vital que conlleva “revestirse de la nueva condición humana”.

Elaborar un PPV y tenerlo como referente de nuestra vida no es la solución para todas estas cuestiones. No es “el” modo de resolver los grandes interrogantes existenciales del ser humano, ni “el” ingrediente esencial en la construcción de la propia identidad ni, por supuesto, “el” modo de transformarse en el hombre o mujer nuevo/a. En mi opinión es algo más modesto, hasta prescindible en determinadas épocas de nuestra vida -al menos como una tarea metódica y explícita- pero desde mi propia experiencia y la de muchos/as otros/as hermanos/as, creo también poder afirmar que se puede convertir en una herramienta de gran valor para avanzar en todos estos órdenes. Y como tal, creo que merece la pena ser conocida y propuesta.

2.  ¿Para qué un PPV?

Concretamente, el PPV es una mediación para el crecimiento espiritual de las personas. Este crecimiento se da a través de un proceso -del que hablaremos enseguida- que puede ser vivido de un modo más o menos consciente por la persona que lo experimenta. La apuesta inicial es que cuando se utiliza el PPV, hay más posibilidades de avanzar en dicho proceso y que, por lo tanto, merece la pena que lo intentemos.

2.1. Una visión del proceso de crecimiento espiritual.

En todo proceso de crecimiento espiritual –me atrevería a decir que, independientemente de la fe de que se trate- se suelen dar las siguientes etapas:

a.  Fase desestructurante (“muerte del hombre/mujer viejo/a”)

Cuando la persona descubre (en nuestro caso) en la persona de Jesús y su causa, el Reino, un valor muy importante para su vida e incluso el más importante, de manera inevitable va viviendo un proceso de contraste entre sus actuales opciones vitales, valores, actitudes y actuaciones y aquellos con los que se quiere asemejar o asumir.

Alguien podría plantear con toda lógica: -Pero este proceso, ¿termina en algún momento como para considerarlo una fase? Porque, al menos en mi caso, después de muchos años intentando ser cristiano, me siento permanentemente en contraste.

Y tendríamos que darle toda la razón. Sin embargo, también es cierto que hay una etapa en la que dicho proceso se da de manera particularmente significativa, en donde el deseo de cambiar y de crecer en la dirección del evangelio resulta muy intenso.

b.  Fase de reelaboración y objetivación (“éxodo”)

Tras ese primer gran impulso de la fase anterior, la persona se encuentra en la necesidad de conocer y reflexionar qué ha de hacer para pasar desde lo que “realmente es” a lo que “realmente está llamado a ser”.

Resulta por tanto fundamental conocer con detenimiento la persona de Jesús y su mensaje del Reino para ir adquiriendo un nuevo modo de mirar la realidad en general y la realidad personal. Para adquirir este conocimiento profundo no habrá que desdeñar ninguna mediación posible: la oración, como encuentro personal con ese Dios que habita en nosotros; el estudio de la Biblia y de la teología como ayuda para adquirir una idea más objetiva y razonable de nuestra fe; la experiencia de la fraternidad, como espacio donde construir una parábola del Reino; el compromiso por la justicia y la solidaridad con los pobres y marginados, como expresión del dinamismo espiritual que condujo a Jesús.

Así mismo ayudará enormemente si la persona se embarca en la tarea de un mayor conocimiento de su personalidad: de sus auténticos valores, deseos y necesidades, de sus mecanismos y respuestas defensivos, etc., queriendo apreciar mejor de qué barro estamos hechos, para hacernos planteamientos de fe más realistas y positivos con nuestra propia persona.

c.  Fase reestructurante (“nacimiento del hombre/mujer nuevo/a”)

La persona ha ido descubriendo y construyendo una nueva identidad en la fase anterior, al constatar la realidad de su ser y la realidad de lo que está llamado a ser según los ideales evangélicos. En cierto modo, ha encontrado su propia “consigna espiritual” (de la que hablaremos más adelante), desde la cual va a seguir organizando y estructurando su vida presente y futura.

En esta fase, la pregunta no será tanto ¿qué he de hacer para vivir conforme al Dios de Jesús y construir el Reino? sino más bien ¿cómo puedo vivir estas nuevas situaciones que se me van dando, desde mis opciones de fe?

Esta visión del proceso de crecimiento espiritual refleja un dinamismo que podríamos representarlo en una doble dirección:

- De manera lineal, histórica, de modo que la vivencia de una fase me va abriendo las puertas de la siguiente.

- De manera circular y hacia abajo (como una elipse), puesto que nos vamos encontrando permanentemente ante la necesidad de tomar opciones nuevas y de afianzarnos en las anteriores con un mayor grado de compromiso. Y hacia abajo, para que recordemos la paradoja de que el/la cristiano/a crece cuando se hace más pequeño, cuando está con “lo pequeño” de nuestro mundo.

2.2. Realizar un Proyecto de Vida como metodología de trabajo

Si observamos nuestras trayectorias personales y sociales, creo que podemos constatar que se producen muchos cambios sin que medie una voluntad consciente de que ocurran. Al mismo tiempo, tenemos la experiencia de que cuando dejamos las cosas a su libre albedrío, en muchas ocasiones no ocurre nada o no llegamos al punto deseado.

Si aplicamos estos comentarios a nuestro proceso de crecimiento espiritual, también podemos observar que nos han ido ocurriendo muchas cosas sin que hayamos hecho nada por conseguirlo. Y, al mismo tiempo, tendremos que reconocer que, durante otras temporadas en que nos hemos dejado llevar, no hemos crecido, nos hemos movido en otra dirección e incluso hemos ido hacia atrás.

Hoy en día, ningún grupo humano que desee alcanzar sus objetivos los acometerá sin elaborar un proyecto o un plan para conseguirlos. Individualmente no estamos tan acostumbrados a funcionar de este modo sino en determinados aspectos de nuestra vida: por ejemplo, podemos programarnos el tiempo de estudio para una asignatura o el número de horas que a la semana vamos a practicar deporte. Pero nos parecería extraño programar toda nuestra vida, desde un enfoque de proyecto.

A esta dificultad hay que sumar que, en la vida espiritual de una persona, se supone que interactúan de manera simultánea Dios y la persona. En tono de broma, podríamos decirnos “para qué planifico mi vida, si Dios va a hacer lo que le parezca bien”.

Asumiendo estos retos, creo que podemos decir que si alguien quiere vivir activamente su existencia y, en este caso, su proceso de crecimiento espiritual, tendrá más posibilidades de ir avanzando si proyecta y revisa su vida desde su fe y si lo hace “como si todo dependiera de sí”.

3.  ¿Qué es un PPV?

En los apartados anteriores hemos comentado algunas razones de por qué hemos de utilizar el PPV en el trabajo pastoral con los/las jóvenes y también para qué sirve, al servicio de qué proceso de crecimiento está.

Conviene que, de un modo sencillo, describamos también lo que entendemos por PPV, para que cada lector sepa situarse debidamente.

El Proyecto Personal de Vida es un medio o instrumento que utilizo para favorecer el crecimiento espiritual, esto es, para avanzar en el seguimiento de Jesús y en la construcción del Reino, desde un proceso paulatinamente integrador de nuestra FE, nuestra VIDA y nuestro MUNDO, sabiendo de dónde parto (mi realidad actual), a dónde quiero llegar (la realidad a que me siento llamado) y qué camino voy a utilizar para conseguirlo.

4.  Mediaciones en el trabajo del PPV

Nos preguntábamos al inicio de este artículo quiénes son los actores implicados en la utilización de esta herramienta pastoral. Sin ninguna duda, el protagonista principal es el/la joven que decide hacer un PPV. Si uno no tiene la firme y decidida voluntad de llevar algo a cabo, no sale adelante, nadie puede hacerlo por nosotros, sin nosotros.

Desde una lectura de fe, también podemos afirmar que el protagonista primero es Dios mismo quien, a través de su Espíritu, provoca en nosotros deseos favorecedores del crecimiento.

Sin duda que este mismo Espíritu se sirve de otras mediaciones indirectas para que el/la joven descubra el valor del PPV y se decida a llevarlo a cabo. Veamos dos de las que, a mi juicio, son más importantes.

4.1. El catequista o agente de pastoral juvenil

Llegamos de nuevo al punto por el que empezamos; nosotros/as, catequistas o agentes de pastoral juvenil, que también estamos en proceso, que nos encontramos en tantas ocasiones perdidos/as ante un reto tan grande como favorecer que los/as chavales/as descubran a Jesús y el Reino y quieran tenerlos como referentes de vida, ¿de verdad nosotros/as somos una mediación para que alguien quiera plantearse llevar a cabo un PPV?

De lo que sí podemos tener certeza es de que estamos llamados/as a serlo. Que lo estemos siendo de hecho reclama un análisis personal que cada uno/a debe hacer.

Desde luego, si uno comparte el esfuerzo honesto que está llevando a cabo para ser seguidor/a de Jesús, con nuestros aciertos y fracasos y, como parte de ese seguimiento, damos fe del valor que ha tenido para nosotros/as realizar un PPV, suscitaremos una base de confianza en los/las jóvenes que acompañamos que, muy probablemente, desemboque en el deseo de hacer lo mismo. O como mínimo, nos legitimará para plantearles la posibilidad de probar la bondad de hacerlo.

Pero además, el/la joven espera que su catequista le oriente en el modo de hacer este PPV e incluso le dé seguimiento en los primeros momentos, hasta que vaya adquiriendo una cierta autonomía en el manejo del mismo.

4.2. La comunidad o grupo comunitario

Normalmente, cuando una persona -joven o adulta- se plantea la necesidad de vivir un proceso de fe, se le ofrece un grupo o un espacio colectivo donde poder vivirla. La experiencia cristiana no es nunca, por tanto, una experiencia solitaria, aunque sí sea personal.

En mi opinión, en los primeros años de pertenencia a un grupo juvenil, el/la joven no vive esas relaciones desde una conciencia de fraternidad sino de compañerismo. No obstante, se va creando una experiencia de búsqueda común muy especial, que no se da en ningún otro espacio de relación. En este primer momento, quizá lo que más funcione sea la “presión social”, o sea, ser y actuar como los demás, para no sentirme un bicho raro. Si, en este momento, se plantea hacer un PPV, en la medida que el resto del grupo lo lleve a la práctica, me sentiré más motivado a hacerlo yo también.

Un momento importante es aquel en que uno descubre que su propio crecimiento condiciona el del resto del grupo o comunidad. Cuando descubro ese “nosotros”, entonces, no utilizaré el PPV sólo como un instrumento para mi propio crecimiento espiritual, sino también como una pieza más del puzzle que favorece el crecimiento comunitario. De hecho, no es extraño que el hecho de que varios miembros tengan un PPV favorezca la idea de elaborar un proyecto conjunto.

Finalmente, también los grupos comunitarios pueden, como fruto de su propio proceso, elaborar su “proyecto comunitario” de vida. Cuando esto ocurre, es frecuente que dicho proyecto se proponga como eje referencial desde el cual los distintos miembros elaboren su PPV.

5.  ¿Qué PPV hay que hacer en cada fase del proceso de crecimiento espiritual?

Los objetivos y pretensiones de un PPV realizado por un/a joven cuando se acerca al mundo de la fe son muy diferentes de los que ha de tener cuando ya ha hecho una opción fundamental por seguir a Jesús y su Reino. Vamos a proponer dos modelos de PPV que correspondan a ambas situaciones, de modo que se pueda hacer una propuesta más personalizada.

5.1. El primer PPV

Sería el que ha de proponerse a un/a joven que está en la fase de desestructuración o iniciando la de reelaboración y objetivación.

Ante todo ha de ser “sencillo”, “alcanzable” y “flexible”. Aludiendo a cosas que ya se han expresado, el/la joven que se plantea por primera vez hacer un PPV no tiene ningún referente sobre el que apoyarse, es una experiencia nueva. Incluso en el caso de jóvenes que estén trabajando en otro tipo de grupos, desarrollando proyectos, encontrarán una gran dificultad para aplicar esta dinámica de trabajo a su propia vida y, concretamente, a una vida de fe en la que se están iniciando.

Para saber si nuestra propuesta de PPV es “sencilla” tendremos que establecer una fuerte interacción con la persona, conocer su realidad, su lenguaje y cultura, así como constatar si se adueña de los conceptos y planteamientos realizados.

Los objetivos y acciones de todo proyecto deben ser “alcanzables” y medibles. Ciertamente en planteamientos espirituales como los de un PPV la medición se complica bastante y el alcance de los propósitos tiene un fuerte componente subjetivo. Al tratarse de una primera experiencia es importante ayudar a que el/la joven se plantee retos realistas y alcanzables a corto plazo, de modo que la consecución de los mismos le estimule a seguir adelante.

La “flexibilidad” alude a una actitud que conviene fomentar desde el principio, desde la convicción de que nuestras vidas son muy cambiantes y que, sobre todo, no es nada sencillo interpretar qué es lo quiere Dios de nosotros o dicho de otro modo, cómo vivir evangélicamente una determinada situación. Dicha actitud ha de favorecer que no se tome el PPV como algo cerrado y definitivo, sino más bien como algo vivo, cambiante, que ha de ser revisado permanentemente, para adaptarse mejor a nuestra realidad y para responder más fielmente a lo que nos sentimos llamados a vivir.

Una vez dicho esto, este PPV inicial se puede plantear como un trabajo anual a revisar periódicamente de manera conjunta, bien con el catequista bien con el grupo o comunidad.

Recomendamos para la elaboración del PPV que se haga un trabajo conjunto con el/la joven, adoptando una perspectiva de la vida del ser humano en clave relacional. En cada una de las relaciones fundamentales de la persona, propondremos unos ideales a alcanzar inspirados en el evangelio, frente a los que el/la joven deberá situarse, ayudado por preguntas como ésta:

¿Cuáles me atraen más?

¿Cuáles creo que necesito trabajar más en este momento?

¿Qué medios o acciones puedo llevar a cabo para dirigirme hacia esos ideales?

¿Cómo voy a saber si estoy viviendo positivamente esos medios o acciones?

Sugerimos esta división relacional de la vida de una persona e incluimos algunos posibles ideales que pueden plantearse:

RELACIÓN CON UNO MISMO

Lograr un conocimiento adecuado de mi persona, historia, situación actual, posibilidades (recursos, aptitudes) y límites. Alcanzar un grado suficiente de autoestima y autoaceptación. Conocer los propios valores, motivaciones, deseos, necesidades y defensas. Vivir adecuadamente los sentimientos, especialmente la afectividad y la agresividad.

RELACIÓN CON DIOS

Conocer qué imagen de Dios tengo y confrontarla con el Dios del Reino que nos muestra Jesús. Buscar una integración entre la fe y la vida, de modo que el evangelio oriente nuestra conducta ordinaria. Mantener una relación viva, afectiva y efectiva con Dios, ayudándonos de la oración y los sacramentos. Descubrir nuestra pertenencia al colectivo de seguidores de Jesús y asumir la misión al servicio del mundo.

RELACIÓN CON LOS DEMÁS (CERCANOS)

Adquirir la capacidad suficiente para vincularse y comprometerse en las relaciones. Madurar en la capacidad de amistad por la entrega de sí y la acogida del don del otro. Vivir las relaciones de pareja desde un amor que tenga en cuenta la gratuidad y la libertad. Aprender a ser hijo/a y hermano/a en mi familia. Adquirir la convicción de la fraternidad, de la bondad de vivir en comunidad y de tener actitudes fraternas con los demás.

RELACIÓN CON LA SOCIEDAD

Adquirir una conciencia crítica de lo que ocurre en nuestra sociedad, de los valores que se proponen y saberlos contrastar con el evangelio. Incorporar nuestra realidad al concretar lo que Dios quiere de nosotros. Caminar hacia una opción por la justicia y solidaridad con los más pobres y débiles. Sentirse implicado, afectado, por los problemas de nuestro mundo y actuar en consecuencia a nuestra fe.

No creo que sea muy productivo preocuparse mucho de que el/la joven elabore algo muy sistemático. Por ejemplo, que tras cada ámbito relacional diga: mi objetivo general es tal, mis objetivos específicos son estos, las acciones que voy a desarrollar son aquellas, los tiempos en que voy a realizarlas son los siguientes...

A quien le ayude que lo haga así, pero lo importante en estos primeros PPV, desde mi punto de vista, es que cada uno/a sea capaz de expresar con sus propias palabras qué desea vivir, frente a unos ideales que se le proponen en los distintos ámbitos relacionales que constituyen su vida. Sólo en los casos en que las expresiones sean vagas o ambiguas, convendrá ayudar a que el/la joven haga un esfuerzo por concretar cómo lo va a vivir y cuándo lo va a evaluar. Pero no debemos olvidar que, en la vida de fe, no todo se puede concretar ni cuantificar; hay aspectos que son más de tipo orientativo y motivador y que también deben aparecer en nuestro PPV.

Este trabajo de planificación inicial se puede hacer con más aprovechamiento si se dedican uno o dos días completos, en una convivencia o similar, donde haya el menor número de distracciones posibles.

Aconsejamos que el agente de pastoral juvenil plantee una periodicidad para revisar conjuntamente con el/la joven dicho proyecto, para hacer los ajustes necesarios y, sobre todo, para que no se convierta en un “fardo pesado” sino en un “tesoro”.

5.2. El segundo PPV

Sería el que ha de proponerse a un/a joven que va avanzando por la fase de reelaboración y objetivación o bien que ya está en la fase reestructurante. Por tanto estamos ante un/una joven que ya ha descubierto la presencia de Dios en su persona y en su mundo, que va conociendo con cierta profundidad su propuesta alternativa de vida, que la va intentando poner en práctica, desde un conocimiento más profundo y realista de su persona y de su realidad y que, como fruto de ese caminar, va descubriendo su propia consigna espiritual o vocación y asume una opción fundamental por hacerla realidad.

En este caso, el protagonismo del catequista decrece, tal vez aumenta el de la comunidad, pero sobre todo se hace crucial el proceso de discernimiento que realiza la propia persona interesada.

Este discernimiento hay que entenderlo como un diálogo interno del sujeto entre “su propia historia”, situada en una comunidad concreta, la “historia de Dios” que nos sale al encuentro y la historia del mundo en que le ha tocado vivir.

Estas tres historias están en permanente relación y el sujeto debe captar las intersecciones que se producen entre ellas. Como decíamos antes, el proceso de crecimiento espiritual conlleva: que conozca en profundidad mi persona y mi historia, que conozca y experimente con hondura el mensaje del evangelio, que conozca crítica y comprometidamente la realidad de nuestro mundo.

Pues bien, ese triple proceso en el que vamos creciendo simultáneamente, nos va lanzando retos, pistas, mensajes, que son como antorchas en la noche que vamos mirando para continuar nuestra andadura espiritual.

Si continuásemos aplicando el esquema de PPV iniciado en fases anteriores, es decir, un esquema basado en las dimensiones relacionales de nuestra vida, habría que incluir algunos elementos:

OPCION FUNDAMENTAL

El/la joven ya ha hecho una opción fundamental por seguir a Jesús y construir el Reino durante el resto de su vida

VALORES Y ACTITUDES

Dicha opción fundamental se traduce en una serie de valores y actitudes que ha asumido como propios y desde los que se quiere mover

ACCIONES

En esa dinámica permanente de discernimiento en la que contempla la interrelación entre su historia, la de Dios y la del mundo, desde el prisma de su opción fundamental, de sus valores y actitudes, va decidiendo qué debe hacer en cada una de las dimensiones relacionales que componen su vida (con uno mismo, con Dios, con los demás y con la sociedad) [1]

La elaboración del PPV desde este nuevo esquema será más fácil, a medida que yo haya personalizado más mi opción de vida. Yo puedo llegar a una opción fundamental genérica, válida para cualquier joven en mis circunstancias, del tipo “quiero seguir a Jesús y comprometerme a construir su Reino”.

Pero también puedo realizar una formulación más personalizada, que responda a lo que ha sido mi personal camino de vida en el seguimiento de Jesús; así me podría encontrar con expresiones como: “quiero construir fraternidad como Jesús hermano”, “quiero ser pobre entre los pobres como Jesús”. A estas expresiones personalizadas de nuestra opción fundamental es a lo que podemos denominar “consigna espiritual”. No es que cada persona tenga que tener una expresión propia, pero seguramente sí que se sentirá personalmente identificado con alguna forma de percibir a Dios y de vivir su mensaje.

Pues bien, cuando en nuestro proceso vamos personalizando esa opción fundamental, sin duda, también el modo de comprender nuestros valores y de vivir nuestras actitudes principales va adquiriendo un colorido particular, que nos ayuda a no tener que pensar cada vez qué tenemos que hacer o cómo tenemos que actuar para ser fieles a nosotros mismos, sino que -por decirlo así- vamos tirando de rentas, aunque ello no nos exima de estar en un permanente estado de discernimiento.

Por ejemplo, dos personas pueden tener el mismo valor de la “comunidad” como consecuencia de su opción fundamental, pero uno comprenderla como un espacio donde aprender juntos los contenidos de nuestra fe y cómo llevarlos a cabo, y el otro como un espacio donde vivir esa fe que vamos descubriendo. En ambos casos, la comunidad es un valor de las personas en cuestión, pero se concretará en unas actitudes y acciones distintas, en congruencia con los distintos énfasis valorativos.

Por otra parte, dichos jóvenes no tendrán que estarse planteando permanentemente si han de vivir o no en comunidad, puesto que ya han descubierto que es un valor vital. Eso no les eximirá a ninguno de los dos de la necesidad (y obligación) de estar permanentemente revisando si el modo de comprender o de vivir dicho valor es acorde con lo que Dios quiere de su persona y de su comunidad, en el momento histórico en que lo esté discerniendo.

Como vemos, este segundo PPV es mucho más personal y dinámico que el primero, por lo que utilizar un esquema u otro resulta todavía más secundario.

6.  Conclusiones

Quiero terminar incidiendo en que El PPV es una herramienta, un instrumento y como tal debe ser estudiado y utilizado. Personalmente creo que son muchos, muchísimos los seres humanos a lo largo de la historia que, desde su particular vivencia de la fe, han llegado a ser lo que estaban llamados a ser, sin la ayuda de muchas de las mediaciones e instrumentos que hoy conocemos y tenemos a nuestra disposición. El Espíritu de Dios sabe servirse de los recursos disponibles en cada momento y situación, para optimizar amorosamente nuestro rendimiento humano.

Por otra parte, hay que reconocer que el PPV es una ayuda estupenda para cualquier persona, independientemente de la edad que tenga. Lógicamente para el/la joven que se está acercando al evangelio o que está queriendo vivir conforme a él, la posibilidad de utilizar una mediación que le ayude en la construcción de su identidad como persona seguidora de Jesús y de su Reino, puede resultar vital.

Creo positivamente que el equipo de agentes de pastoral juvenil y los diversos espacios comunitarios que haya en cada parroquia son unos auténticos referentes tanto para el/la joven que está iniciando su andadura en un grupo como para el que ya lleva algún tiempo. De un modo similar a como los niños captan los auténticos valores de sus padres, que no siempre son los proclamados, estos/as jóvenes captarán si para nosotros/as el PPV es realmente una ayuda, que vivo o he vivido en algún momento de mi proceso y que valoro, o un elemento más de los que me hablan en revistas o libros de pastoral y con el que quiero probar para ver si da buen resultado.

Por último no hay que olvidar que puede ser muy interesante, que los PPV de cada miembro de una comunidad iluminen y se realimenten del proyecto comunitario que se haya ido forjando en esa historia colectiva de liberación.

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REVISTA ALANDAR, Año XXI, Nº 203, diciembre de 2003

LOS MOVIMIENTOS ECLESIALES

Los nuevos movimientos en la Iglesia desplazan a “los ejércitos” más arraigados

DANIEL MOYA

El pasado mes de mayo, Juan Pablo II se marchó de España más que encantado. El cardenal Rouco no se lo creía. El quinto viaje del Papa a nuestro país había sido un “éxito total”, muy por encima de las propias expectativas de la cúpula eclesial. Al menos, desde el punto de vista de la convocatoria de grandes multitudes, que es como la jerarquía y los medios de comunicación miden estas cosas.

Pero el mérito no fue de los obispos españoles. La “culpa” de la excelente acogida se debió a la masiva movilización organizada por los llamados nuevos movimientos eclesiales: en el aeropuerto de Madrid-Barajas, en los aledaños de la Nunciatura, en el aeródromo de Cuatro Vientos, en la plaza de Colón, en todos los lugares por donde pasaba Juan Pablo II había gente de los ‘kikos’ (el Camino Neocatecumenal), de los ‘cielinos’ (Comunión y Liberación), de los Focolares, de los Legionarios de Cristo, del Opus Dei...

Y es que, como bien se ha dicho, los nuevos movimientos son el auténtico “ejército” del Papa en sus ansías de reconvertir al mundo al catolicismo. Tan es así que el auge de estos grupos se ha convertido en uno de los rasgos más característicos del pontificado de Juan Pablo II, al que incluso han llegado a calificar como el Papa de los movimientos. Y con toda la razón del mundo.

El apoyo del Vaticano a estos movimientos quedó “oficializado” en el famoso Congreso Internacional de los Movimientos Eclesiales, celebrado en Roma en el día de Pentecostés de 1998. Aunque este encuentro congregó a 56 de estos nuevos grupos, el Papa decidió reunirse en público con los líderes y fundadores de siete de ellos, escogidos “en virtud de su extensión y representatividad universal”: Kiko Argüello, del Camino Neocatecumenal; Chiara Lubich, de los Focolares; Luigi Giussani, de Comunión y Liberación; Patti Mansfield, de la Renovación Carismática Católica; Marcial Maciel, de los Legionarios de Cristo; Andrea Riccardi, de la Comunidad de San Egidio; y Joaquín Allende, de Schoenstatt. En esta ocasión, Juan Pablo II, bajo el lema “Movimientos eclesiales: comunión y misión al alba del tercer milenio”, quiso honrar a “una de las más claras expresiones de la acción del espíritu en la Iglesia del siglo XX”.

Nueva evangelización

Pero el respaldo del Papa venía de lejos. Al poco de llegar al Vaticano, Wojtila ya tenía en mente su plan “nueva evangelización”, que tenía un objetivo doble: por un lado, restaurar la fuerza de una Iglesia que consideraba debilitada por las derivas del Concilio Vaticano II y, por otro, reforzar la presencia católica en una sociedad cada vez más secularizada. Juan Pablo II decidió poner su proyecto en manos de los nuevos movimientos eclesiales en detrimento de la hasta entonces vanguardia de los “ejércitos” papales: jesuitas, dominicos y franciscanos, principalmente, luchaban más, por sacar a la gente de la pobreza que por hablarles de Cristo. Además, habían llegado, a su juicio, demasiado lejos en la interpretación de la nueva Iglesia que anunciaba el Concilio. Ni que decir tiene que entre los que habían llegado “demasiado lejos” destacaba, en primer plano, sin ser mencionada explícitamente, la Teología de la Liberación, cuya aproximación al marxismo no podía consentir un Papa originario de una Polonia subyugada por el comunismo.

Los jesuitas -sobre todo en El Salvador (recuérdese a Ellacuría y sus compañeros mártires)- y los franciscanos -en Brasil, con Leonardo Boff a cabeza- eran los principales animadores de la Teología de la Liberación. Había, pues, que pararles los pies. El control de los primeros se inició en 1980 con el aislamiento de Pedro Arrupe, general de la Compañía de Jesús, y la imposición al frente de la orden de una persona de la confianza papal, el italiano Paolo Dezza. Con las otras órdenes religiosas, bastó el ejemplo de lo ocurrido con los jesuitas y los procesos abiertos por la Congregación para la Doctrina de la Fe (el antiguo Santo Oficio) a algunos de su miembros más polémicos, como iniciado contra Boff en 1984 que acabó con la secularización el teólogo.

Juan Pablo II no ocultó nunca su cercanía al Opus Dei, que hasta entonces había sido visto con desconfianza por el Vaticano. Con el nuevo Papa, su ascensión fue vertiginosa. Ya en 1978, pocos días antes del primer cónclave después de la muerte de Pablo VI, el entonces cardenal Wojtyla visitó Villa Tevere, la sede del Opus, y rezó ante la tumba de Escrivá. En 1982 otorgó a la organización el título de “prelatura personal”. Creada a medida para el Opus, le concede los atributos de una verdadera diócesis sin limitación territorial. El prelado del Opus depende directamente del Papa, escapando así a la autoridad de los obispos diocesanos. En 1992 beatificó a Escrivá, sólo 17 años después de su muerte, y el año pasado lo convirtió en san Josemaría.

Al asalto del poder

Los nuevos movimientos, en fin, con todo el celo apostólico de su juventud, recibieron el encargo de recristianizar el mundo. El diseño era sencillo: los movimientos se repartirían el trabajo en función de su “carisma” propio y para evitar grandes choques entre ellos: el Opus Dei, los Legionarios de Cristo y Comunión y Liberación se dedicarían a las élites. Los Neocatecumenales y los Focolares, a las clases medias. Y los carismáticos, a las clases más populares. En este proyecto no cabían las comunidades de base, desautorizadas y anuladas, y el resto de movimientos de ambiente o especializados, que han sido marginados. Más de veinte años después, la estrategia no parece haber logrado su objetivo, pero estos movimientos no sólo se han consolidado en la Iglesia sino que poco a poco se han ido extendiendo por el mundo y tomando las riendas del poder.

Fidelidad recompensada

De todos los rasgos comunes, hay uno que sobresale sobre los demás y que explica a las claras la preeminencia actual de los movimientos: la fidelidad al Papa.

Una fidelidad que el Pontífice ha devuelto con creces. Hoy, los movimientos gozan de un respaldo vigoroso por parte de la jerarquía y muchos obispos los solicitan para animar la vida católica en sus diócesis. Pero conviene recordar que estos movimientos eran -aún lo son en algunos lugares- vistos con recelo por gran parte de la Iglesia institucionalizada: las grandes congregaciones, las parroquias y muchos obispos; y con frecuencia eran acogidos con desconfianza allá donde decidían instalarse.

Lo que constituía al principio la gran novedad de los movimientos -es decir, que eran eminentemente laicales- ha ido desapareciendo con los años. En mayor o menor grado, todos ellos se han ido clericalizando, creando ramas “sacerdotales”, formando a sus propios curas e incluso fundando sus propios seminarios al margen de las diócesis. En consonancia con los tiempos, los sacerdotes asociados o miembros de estos movimientos están siendo promovidos a la jerarquía. De hecho, su clero está evolucionando como una especie de jerarquía paralela que va tomando posiciones en en Vaticano y en las distintas Iglesias locales.

El vergel español

Aquí aparece, claro, otro rasgo común a los movimientos que se nos había escapado: el gusto por el poder. Es la vieja premisa del Opus Dei, compartida por el resto -sobre todo, por los Legionarios de Cristo y Comunión y Liberación- de que la evangelización se juega en la política, incluso dentro de la Iglesia. Dicho en otras palabras, el poder es necesario para imponer sus doctrinas -que son las únicas “verdaderas”- al resto de la Iglesia y de la sociedad.

Así las cosas, España es uno de los países que mejor ha acogido a los nuevos movimientos. No en vano dos de los más importantes -Opus Dei y el Camino Neocatecumenal- nacieron aquí, y otro más -Legionarios de Cristo- es de origen mexicano y, por tanto, de habla castellana. De hecho, el pasado mes de septiembre, las páginas religiosas del diario “La Razón” (cuyo coordinador Alex Rosal, dicho sea de paso, es “legionario”) declaraban triunfalmente que “Medio millón de católicos españoles participan en movimientos apostólicos”. Según este artículo, el más numeroso, con 86.000 miembros, es el Camino Neocatecumenal, seguido por el Apostolado de la Oración, con 50.000, y los Focolares, con 42.000. A tenor de este informe, el Opus Dei tiene 33.000 adeptos y los Legionarios de Cristo (que figuran con el nombre de su rama laicaa, Regnum Christi), apenas 4.000. El resto, hasta el medio millón, se reparte entre decenas de grupúsculos.

Lógicamente, las cifras deben ser vistas con cierto espíritu crítico, habida cuenta del secretismo que rodea a estas organizaciones, que, en ocasiones, ni siquiera desvelan el número real de seguidores. Sea como fuere, es evidente que, en relación con la masa de creyentes, estos grupos son insignificantes. Y, sin embargo, han sabido introducirse en los centros de mando, en España y en el resto del mundo católico.

A la caza del obispo cercano

Por influencia, ya que no por número, tal vez los segundos en la lista, después del Opus, sean los Legionarios. Según José Martínez de Velasco, autor del libro “Los Legionarios de Cristo”, “España es la base operativa para la expansión legionaria hacia Roma y el continente europeo. A través de selectos colegios y de un activo entorno universitario en Madrid, Valencia, Cantabria, Salamanca, Barcelona y Sevilla, la Legión de Cristo se está introduciendo en las familias y en los círculos más poderosos e influyentes de la economía y de la comunicación de nuestro país”. Legionarios reconocidos son dos ministros, Ángel Acebes y José María Michavila, además de una hermana de Ana Botella, que no oculta su proximidad al movimiento. Y en su órbita se mueven también otros apellidos ilustres de las finanzas y la universidad como Gustavo Villapalos; la familia Oriol (que cuenta con 4 curas legionarios) o Alicia Koplowitz y su fundación Vida y Esperanza. Dueños de la universidad privada Francisco de Vitoria, su estrategia actual consiste en ir comprando y/o fundando colegios para formar a los más jóvenes. Ejemplo de ello es el reciente caso del colegio El Bosque, de Madrid, cuyos alumnos han visto cambiar la orientación laica del centro a la ideología legionaria -separación de sexos incluida- a mitad del curso.

También los ‘kikos’ cuentan ya (¡cómo no!) con su obispo: monseñor Ricardo Blázquez, de Bilbao, uno de los teólogos del Camino. Y con su universidad: la Católica de Murcia, una de las zonas, junto con Andalucía y Madrid, donde están más extendidos. Pero si a alguien se le puede acusar de Iglesia paralela es, desde luego, a ellos. Tan en así que, sólo en España, controlan más de 300 parroquias y han abierto un seminario propio en Madrid, el Redemptoris Mater, para formar a sus propios “misioneros itinerantes”. Tienen, además, dos centros especiales de formación en San Pedro del Pinatar (Murcia) y El Escorial (España). Aunque oficialmente pobres, la Fundación Familia de Nazaret para la Evangelización Itinerante, aprobada en Madrid por el cardenal Suquía en 1992, mueve al año más de 120 millones de euros, procedentes sobre todo de los diezmos de las familias. Sus dirigentes utilizan esos fondos sin rendir cuentas a nadie. La revista francesa Golias, de origen católico, les ha dedicado recientemente un número monográfico y se atreve a decir que el Camino incurre en ocho de los diez criterios que el Consejo de Europa establece para identificar a las sectas perniciosas.

Más pequeños por el número -apenas 1.500 en España-, Comunión y Liberación (CyL) es, sin embargo, el movimiento que más apoyo explícito tiene en la jerarquía episcopal. ‘Cielinos’ son los arzobispos de Granada, Franciso Javier Martínez, y Oviedo, Carlos Osoro. Y dando vueltas en torno están también el de Valladolid, Braulio Rodríguez, y los auxiliares de Madrid Eugenio Romero Pose y César Augusto Franco, hombres de confianza del cardenal Rouco.

Como en otros países, CyL está sobre todo presente en el mundo universitario y editorial a través de Ediciones Encuentro, la asociación Atlántida, que organiza el Happening, una cita fija en el calendario universitario de tipo lúdico, y la asociación Nueva Tierra, que agrupa a un amplio haz de grupos parroquiales y universitarios. Teológicamente, cuentan con el aval de gran parte de los escrituristas de la Escuela de Madrid.

Por último, los focolares, pese a sus 42.000 adeptos reconocidos, están mucho menos presentes en los alrededores del poder. Por supuesto, tienen igualmente un obispo, en este caso monseñor Francisco Pérez, arzobispo castrense y director de las Obras Misionales Pontificias, que mueven más de 1.000 millones de euros al año. Y también una editorial, Ciudad Nueva, y una revista del mismo nombre, además de la Escuela Aabbá con cursos de nueva teología y otras disciplinas humanas y científicas. Por lo demás, viven y actúan mucho más calladamente. Porque, al fin y al cabo, lo importante no es el número de seguidores, ni lo poderosos que sean, sino extender el mensaje evangélico. Y si es como ellos lo entienden, mejor.

La Obra de Dios

El Opus es, además del más veterano, el movimiento más influyente en la Iglesia actual. Con 84.000 miembros según sus propias cifras -incluidos menores de edad-, 1.800 de ellos sacerdotes y el 26 por ciento numerarios (célibes), cuentan ya con 2 cardenales: el arzobispo de Lima, monseñor Cipriani, y el español recientemente nombrado Julián Herranz, miembro de la curia (presidente del Consejo Pontificio para los Textos Legislativos. ‘Opusinos’ son también otros dos españoles: el portavoz del Vaticano y muñidor de toda la estrategia comunicativa, Joaquín Navarro-Valls; y el director de la Escuela Diplomática, Justo Mullor. Cercanos son igualmente el secretario personal del Papa, monseñor Diwisz; los cardenales Sodano, López Trujillo y Moreira Neves; y el nuevo secretario para las Relaciones con los Estados, monseñor Lajolo.

En España, de momento, sólo han conseguido colocar a uno de los suyos al frente de la diócesis de Burgos: monseñor Gil Hellín, que vino directamente de la curia romana. Pero cuentan con la simpatía de casi todos los demás obispos: 50 de ellos asistieron a la canonización de san Josemaría en octubre de 2002. El más entusiasta de ellos es el primado de Toledo, Antonio Cañizares, conocido como ‘el pequeño Ratzinger’. Si los hay, y muchos, en América Latinaa: 7 en Perú, 4 en Chile, 2 en Ecuador, 1 en Colombia; 1 en Venezuela; y en Argentina y 1 en Brasil. Es significativo que dos de ellos hayan sido nombrado sucesores de personalidades como Óscar Romero, en San Salvador, y Hélder Cámara, en Recife.

Sólo un obispo en España, pero mucha influencia en las élites políticas, económicas y universitarias. Suyos son la Universidad de Navarra, con su afamada clínica universitaria, los colegios Tajamar y Retamar de Madrid y el IESE de Barcelona. Suyas son las editoriales Palabra, Rialp y Eunsa. Suyos son los grupos de comunicación Recoletos y Negocios (editores, respectivamente de diarios como Marca y Expansión o La Gaceta de los Negocios) y el periódico del arzobispado de Madrid, “Alfa y Omega”. Y suyo, además de multitud de empresas, el Banco Popular. Y muchos de sus miembros están presentes en las esferas del poder, entre ellos el ministro de Defensa, Federico Trillo; el fiscal general del Estado, Jesús Cardenal, y la Junta de Jefes de Estado Mayor del Ejército en pleno.

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Reinado Social, Nº 861, diciembre de 2003

REGALO DE NAVIDAD

NORBERTO ALCOBER, jesuita

Cuando era niño, mi padre me preparaba para las celebraciones navideñas y epifánicas con una serie de inteligentes discursos sobre los pobres que nos rodeaban en aquella Palma de Mallorca burguesa y franquista de los años cincuenta. Solía tomar como punto de partida el ambiente que vivía yo mismo en las visitas dominicales a un barrio marginal como catequista: esos chicos, me decía muy serio, son iguales que tú, tienen los mismos derechos que tú, pero seguramente viven peor no van a un colegio como el tuyo, y lo que es más serio, tampoco tendrán un futuro como el que espero que tengas tú. Y me lo repetía varias veces a lo largo del mes de diciembre, sobre todo cuando los domingos iba toda la familia a misa: solía recordármelo en la acción de gracias tras la comunión, en voz bajita, que hacia la comunicación todavía más intensa.

Pero había algo más. Cuando faltaban pocos días para Navidad, primero me tomaba de la mano e íbamos a ver juguetes hasta que elegíamos el mejor, el que yo más deseaba, y más tarde, ya adolescente, me indicaba que eligiera yo mismo algo especialmente oportuno y bonito para el regalo que ya conocía. Se trataba de que el día de reyes, cuando la Epifanía del Niño Dios, íbamos mi padre y yo a recoger a uno de los niños o muchachos del barrio marginal en que desempeñaba las tareas catequéticas, lo montábamos en el coche con discreción para evitar humillaciones, y pasaba el día con nosotros, hasta que después de la comida le entregaba yo mismo el regalo que los reyes le habían dejado en casa. Tanto mi hermana como yo nunca tuvimos un regalo de tanta calidad y tanto coste, nunca, porque formaba parte de la educación impartida por mi padre. El mejor regalo era para él. Merendábamos juntos en algún lugar de la ciudad, y al final del día lo acompañábamos a su casa, y mi padre se enteraba de las preocupaciones y necesidades de aquella familia. Todo el año estaba pendiente de ellas y procuraba encontrarles solución. Era, me decía, el compromiso adquirido con Dios en Navidad. Y yo lo comprendía perfectamente.

Un día, cuando trabajaba en la Universidad de San Salvador, la célebre UCA donde mataron a los jesuitas hace años, estaba contemplando sus tumbas en la capilla universitaria y de pronto, comprendí que si yo estaba allí dejándome la piel era porque años atrás, en Palma de Mallorca, antes de ingresar en la Compañía de Jesús y de conocer a Ellacuría, mucho antes de incorporarme a la Teología de la Liberación y a la lucha contra la injusticia en el Tercer Mundo, un hombre, mi padre, me había enseñado lo que era la pobreza y cómo los pobres se merecían lo mejor de nosotros mismos. Está claro que me lo enseñaba como era frecuente en los años cincuenta, puede que con cierto paternalismo social, puede que hasta con una falta última de conciencia política, pero con una limpieza de corazón y con una seriedad que nunca pude olvidar: si yo estaba allí, ante las tumbas, era porque previamente había tenido un padre como el mío. El Tercer Mundo se aprende en este nuestro. Pero necesitamos pedagogos en marginalidad cercana, para poder, un día, comprender esa otra tan lejana y tan urgente. Todo empezó con un juguete navideño. Y acabó lejos, donde dejé parte de mi alma.

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ECLESALIA, 11 de diciembre de 2003

DECLARO SOLEMNEMENTE EL 8 DE DICIEMBRE FIESTA MUNDIAL DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN DEL GÉNERO HUMANO

Declaro abolido para siempre el pecado original (entre otras cosas porque nunca existió.)

DOMINGO PÉREZ BERMEJO

DECLARO que, desde ahora, toda persona tiene derecho a sentirse feliz desde el momento de su nacimiento;

toda persona tiene derecho a sentirse dichosa, escogida y privilegiada por el AMOR.

DECLARO SOLEMNEMENTE que toda persona es pura y limpia, hermosa y reluciente desde que nace, mucho más,

desde que es pensada en el principio de los tiempos.

DECLARO SOLEMNEMENTE que el mundo y el universo serán el hogar del ser humano que entrego a los presentes como préstamo para que lo devuelvan a sus hijos con intereses de VIDA.

DECLARO SOLEMNEMENETE que yo soy EL DIOS del AMOR, de la VIDA y la JUSTICIA y sería una chapuza pensar un ser humano y un universo que no guardaran dentro de sí, con abundancia, estas semillas.

Lo DECLARO SOLEMNEMENTE, sentado a la mesa de camilla y en pijama mientras visito a los amigos y río y lloro con ellos esperando que me hagáis caso de una vez para siempre, como lo hizo María, la de Jesús de Nazaret, y tantas mujeres y hombres en toda esta historia.

HE DICHO, pero os lo volveré a decir si hace falta.

8 de diciembre de 2003, en El Ejido, en casa de Begoña, Pepe y Bego y sus amigos acogidos: Andrés Paco, Ana y Gregorio, Rocío, Antonia María, Anto y Domingo.

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ECLESALIA, 15 de diciembre de 2003

¿QUÉ PASA SI DENUNCIAS A ZARA EN LA PRENSA?

JOSÉ RAMÓN PELÁEZ, párroco. 09/12/03

CASTROVERDE DE CERRATO (VALLADOLID).

Queridos amigos de ECLESALIA quería compartir con vosotros y con vuestros lectores una experiencia que me ocurrió la semana pasada. Había enviado una carta al director en la que mencionaba varias marcas que son denunciadas por emplear mano de obra esclava en el Tercer Mundo. Que me conste apareció publicada en El Diario de León y en vuestros correos por Internet. Lo sé por las dos respuestas que me han llegado y quería comentaros.

La publicada en León fue leída por ejecutivos de la compañía INDITEX -propietaria de la marca ZARA- salió el día dos por la tarde y el cuatro una secretaria de la empresa me llamó al móvil para que su jefe hablara conmigo. Me dijo que le ordenaron localizarme y que había estado buscándome a través de las guías de Telefónica hasta dar conmigo. La primera sensación que tuve fue de que me vigilaba el Gran Hermano, como en la película 1984 de Orwel.

Después tuve una larga conversación con un directivo del Departamento de Responsabilidad Corporativa de INDITEX. Sus argumentos eran que no valían mis afirmaciones porque no se basaban en el informe interno que ha hecho la compañía. Yo tenía noticia de dicho informe por solidaridad.net y sabía que al suspender numerosos contratos ZARA estaba reconociendo las prácticas esclavistas en las subcontratas que hacen la ropa que ellos diseñan y venden. No había manera de ponernos de acuerdo, me hablaban en el plano legal diciendo que en Marruecos "es legal" el trabajo de niños de 14 años, y yo quería dialogar en el plano moral: aunque las leyes digan que está bien, es un abuso la práctica de la deslocalización para evitar los derechos de los trabajadores y pagar menos por el mismo trabajo; y más inmoral la subcontrata, por la que el titular de una marca fija un precio por su producto a la baja sin mirar las consecuencias para los trabajadores.

Aunque la mayor parte del tiempo tuve que soportar que mi interlocutor llevara todo la conversación al plano personal, echándome en cara mi condición de sacerdote católico, o queriéndome culpabilizar por insultar a las personas que trabajan en INDITEX. Tampoco en esto podíamos entendernos, le insistí varias veces en que no era nada contra él, que entiendo que cuando me busca y me echa una bronca por teléfono está cumpliendo con su trabajo, y no es algo personal entre nosotros dos como me quería hacer creer. El problema es institucional, y lo que denuncio y seguiré denunciando son las prácticas empresariales que causan esclavitud y miseria en el mundo.

Bueno, no se trata de repetir 25 minutos de charla telefónica, sino de que veamos como la denuncia no-violenta en la calle y en los medios de comunicación es efectiva. Las grandes compañías tienen una estrategia contra ella, señal que la temen. Ojalá esta estrategia fuera prestar oídos a la denuncia y respetar los derechos de los trabajadores en todo el planeta y contratar adultos con un salario justo, para que sus hijos puedan ir a la escuela y no a la maquilla. Pues tampoco me vale el argumento de INDITEX de que esclavizados por ellos por lo menos no se prostituyen.

La mejor prueba de la eficacia de la lucha que hacemos en los países de Norte saliendo a la calle de forma no-violenta es el agradecimiento de los propios empobrecidos, como muestra esta carta que recibí desde Argentina: "Estimados hermanos: Soy Diego Fonseca, argentino, Asistente Social, desarrollando mi profesión en sectores populares y eclesiales, con lo cual tengo la gracia de poder unir mi vocación con mi profesión. Les escribo porque trabajo en una humilde publicación que tiene ya 23 años, la cual llega a 5.000 familias la mayoría humilde de nuestro maltratado país. El motivo es para agradecerle al padre José Ramón Peláez por sus palabras. Soy hijo de españoles (mi padre de Tanger, Marruecos, cuando era colonia española y mi madre de Vidangoz, Pamplona) y me alegra mucho cuando recibo noticias de mi madre patria (tengo la doble nacionalidad, a pesar de no conocer España) de hermanos que se juegan por el tercer mundo y no dejan tener una visión solidaria en medio del primer mundo. Me ha dolido y me duele mucho cuando veo al gobierno español aliarse al poder mundial y dar la espalda a los pequeños de este mundo. Mas aún cuando lo experimenta mi propio país, como lo dice el Padre José. Le agradecería por ello, que le reenvien este correo. Aprovecho para felicitarlos por el servicio que prestan, que también llega hasta estos lugares. Extiendan también nuestras felicitaciones a la Sra. Mary Patxy Ayerra, de Madrid, cuyo artículo sobre educar a nuestros hijos el la Fe, gustó tanto en nuestro ambiente. Un abrazo y sigan sembrando. Diego Fonseca. Revista Ceferino Misionero".

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ECLESALIA, 17 de diciembre de 2003

‘FRENTE A LA CAPTURA DE SADDAM HUSSEIN’

PROGRAMA DE DERECHOS HUMANOS DEL OBISPADO DE SAN MARCOS, 15/12/03

SAN MARCOS (GUATEMALA).

El Programa de Derechos Humanos del Obispado de San Marcos declara que:

Ha sido capturado Saddam Hussein, un tirano que se mantuvo en el poder a base de sangre y que inició una guerra de ocho años contra Irán, en la cual murieron más de un millón de personas. Es por eso que debe se llevado a una corte internacional para ser jusgado por los crímenes de lesa humanidad.

Sin embargo, Estados Unidos es quien menos autoridad moral tiene para juzgarlo. Más bien, el gobierno de Estados Unidos debe ser juzgado en los tribunales internacionales por haber impuesto y apoyado a regímenes militares, dictadores y tiranos a lo largo y ancho del planeta. ¿Quién apoyó y sostuvo política y militarmente a Bin Laden, a Saddán Hussein, a Pinochet y demás tiranos de América Latina, Africa y Asia, sembrando destrucción y muerte,  sino los distintos gobiernos de Estados Unidos?

Lamentamos que haya gobernantes, como Don José María Aznar presidente del gobierno español quien se atrevió a decir que “cayó el tirano que desafió a las Naciones Unidas”, cuando fue precisamente su “jefe” George W. Bush quien con el aval del mismo Aznar, invadió Irak desafiando al máximo organismo internacional.

Un mundo con tiranos, con imperios de muerte y con gobernantes cínicos y sin ética no tiene viabilidad. Es por eso que nos unimos al cada vez más creciente movimiento mundial que, en el Norte y en el Sur,  busca hacer un frente común contra la guerra y por una  paz basada en el respeto a los derechos humanos y a los derechos de los pueblos como condición fundamental para que otro mundo sea posible.

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Diario de Navarra, 18 de diciembre de 2003

CASARSE POR LA IGLESIA

CASIANO FLORISTÁN, profesor emérito de Teología Práctica

El anuncio del casamiento del príncipe Felipe con la periodista Letizia Ortiz ha sido favorablemente acogido por la mayoría del pueblo, según el testimonio de los medios de comunicación. Es sabido que el príncipe de Asturias concita un cálido reconocimiento y que la prometida ha sido elogiada unánimemente por sus valores humanos, extracción social no aristocrática, simpatía y belleza. Es culta y ha dado muestras de ejercer su trabajo con profesionalidad. Llama la atención, eso sí, que esté divorciada de un matrimonio anterior por lo civil y dispuesta a casarse por la Iglesia. Varias son las reacciones producidas por el hecho insólito de que una divorciada llegue a ser un día reina de España.

Ante el anuncio regio, los canonistas se ha apresurado a decir que la boda no plantea inconveniente alguno, ya que para la Iglesia los divorciados de un matrimonio civil pueden acceder al canónico sin obstáculo. Choca esta apreciación con la tradición cristiana de los primeros siglos, según la cual una cristiana y un cristiano, creyentes y bautizados, celebraban su matrimonio “como los demás hombres” (Carta a Diogneto 5,6), de acuerdo a los usos civiles. De hecho, el matrimonio cristiano hunde sus raíces en el matrimonio natural. A partir del s. IV se celebró el matrimonio entre cristianos con ritos propios, como la bendición nupcial, pero se mantuvieron gestos paganos anteriores como el anillo, las arras, el beso de los desposados, la velación de la cabeza de los esposos y en Oriente la coronación de entrambos.

La Iglesia reconoció el matrimonio como sacramento en el s. XII y comenzó a ser practicado “ante la Iglesia” en el s. XIII. A partir de entonces fue cristianizado el ritual matrimonial heredado y fijadas las normas canónicas por el Concilio de Trento. Con todo, desde 1580, cuando en Holanda apareció el matrimonio civil ante un funcionario público, la Iglesia católica lo desautorizó como si no tuviera consistencia. Es injusto que se le desconozca o se le menosprecie.

También es bueno recordar que después del Concilio Vaticano II, los reyes -si son cristianos- no son ya “laicos singulares” en la Iglesia católica, sino fieles con las mismas obligaciones y derechos que los demás. “En la liturgia -dice el Concilio- no se hará acepción de personas o de condición social, ni en las ceremonias ni en el ornato exterior” (SC 32). Al parecer, hay excepciones incomprensibles a este criterio igualitario y eclesial, hondamente evangélico.

Algunos cristianos son críticos con ciertos aspectos de la normativa matrimonial católica. Acusan de que cualquier pareja se casa por la Iglesia sin apenas exigencias, pero encuentra graves dificultades para obtener la separación o anulación matrimonial, aun en el caso de que la vida en común sea un infierno. El rechazo enérgico a una ley del divorcio, con el cuentagotas de las anulaciones, no guarda rela­ción con la laxitud prematrimonial, ni con una actitud evangélica misericordiosa. Dicho de otro modo, el rigor canónico matri­monial oscu­rece la comprensión del sentido evangélico de dos cristianos que se casan porque se quieren. El matrimonio religioso se ha devaluado poco a poco hasta reducirse muchas veces a una mera ceremonia. Como sacramento, es tan insignificante hoy como el bautismo de niños.

Como símbolo de fe posee el matrimonio una originalidad propia. Es sacramento cuando los cónyuges están bautizados y son creyentes, a saber, son miembros de la Iglesia y creen que su amor, profesado de un modo especial en su boda, es signo del amor de Dios por la humanidad y de Jesucristo por su Iglesia. Como todo sacramento, exige fe viva y verdadera en medio de una asamblea de testigos cristianos, no de asistentes endomingados y a veces entorchados que al final firman satisfechos un acta matrimonial.

Aunque hay opiniones teológicas diversas sobre el grado de fe necesario para que dos bautizados contrai­gan matri­monio cristiano, pienso que ­es imprescindible una fe personal, madurada antes de la boda y expresada en la ceremonia públicamente con valentía. Eso persiguen los denominados “cursillos prematrimoniales”, que no debieran ser meros trámites.

Si la fe es condición necesaria para la validez del sacramento, es un abuso casar por la Iglesia a bautizados no creyen­tes. Como es asimismo un abuso casarse “civilmente” por la Iglesia a causa de presiones familiares, intereses sociales, logro de algún beneficio o mero gusto por los símbolos. Una vez más hay que apelar a la libertad religiosa, a las creencias y a la sinceridad.

Personalmente, preferiría que ambos casamientos, el civil y el religioso, estuviesen separados como en Francia. Al testimoniar una boda como sacerdote, no me gusta ser juez municipal; que esa función la haga el juez de turno. Pretendo ser presbítero de una Iglesia que celebra en el matrimonio el amor de un pareja como Dios manda, pues Dios es amor. Al César lo que es del César.

El matrimonio del príncipe Felipe y la periodista Letizia Ortiz podría ser simplemente civil (si no se consideran católicos) o mixto (si uno de los dos no es creyente) y tendría plena vigencia. El hecho de que quieran casarse por la Iglesia en la catedral de la Almudena supone que ambos se consideran creyentes y que la Iglesia de Madrid los admite como tales. Evidentemente, verificar por qué razones desean casarse por la Iglesia no debe ser un mero “trámite”, ni deben ser triviales los “días de reflexión” previos a su boda. A Dios lo que es de Dios.

La monarquía española ha dado muestras ejemplares de sensatez, sobriedad y autenticidad. Ojalá que la boda principesca no se reduzca a un bello fasto popular que oculte el significado profundo que tiene para los cristianos creyentes “casarse por la Iglesia”.

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ECLESALIA, 19 de diciembre de 2003

CONFIDENCIAS DE UNA ESTRELLA

JAVIER DEL BOSQUE

-  ¡Que sí, que te estoy hablando! No te asombres.

-  ¿Eres tú, la de los guiños radiantes? Sentía que querías decirme algo, pero… las estrellas no hablan.

-  ¡Claro que sí! Hablamos a quien nos quiere oír, a quien ansía la luz, a quien busca. Yo -entérate- soy la estrella de los buscadores.

-  ¡Anda ya, coquetuela! ¿Cómo vas a saber lo que yo busco?

-  Para nosotras todos los horizontes están abiertos. Veo claramente adónde te llevan los latidos de tu corazón. Sé que buscas la inocencia primera, que trabajas por soltar el barro pegado a tu historia. Sé que buscas el cielo nuevo y la tierra nueva. Sé que quieres ser niño por dentro y maduro por fuera. Eso te acerca al reino de los cielos, eso te hace sentirme familiar y brillante. ¿Me equivoco?

-  Pues… ¡Coqueta y además cotilla! ¿Cómo puedes ver lo que siento?

-  Te lo he dicho, soy la estrella de los buscadores, de los Magos, de los caminantes. Puedo captar tus aspiraciones perfectamente. ¿Sabes por qué?

-  Dímelo tú, listilla.

-  Porque esta belleza que observas en el firmamento no es más que el reflejo de lo que llevas en tu interior. Quien no mira desde su profundidad es imposible que perciba el esplendor exterior. Ahora mismo mirabas al espacio pero, en realidad, te sumergías en ti.

-  Pues claro, lindura. Admiraba tus brillos y suspiraba por ser mejor, por llegar más lejos, por ser yo mismo, auténtico de verdad.

-  ¿Lo ves? Lo que te fascina de mí no es más que tu aspiración a la luz, al dinamismo, a la paz. Lo que de mí te atrae es justo lo que ya está en ti y quiere crecer. Esta inmensidad donde floto es la proyección de tu interior.

-  ¿No te estarás quedando conmigo?

-  En absoluto. Te estoy hablando de lo que hace progresar al mundo. Vuestro corazón está lleno de aspiraciones profundas pero os conformáis con ambiciones de celofán y papel moneda. Para eso se encarnó el Verbo: para redescubriros la potencialidad de vuestro mundo interior. Él lo llamaba “reino de los cielos”, porque realmente es el lugar sagrado que el Creador se ha reservado dentro de vosotros.

-  A mí me enseñaron que se encarnó para salvarnos, para obtener el perdón.

-  ¡Seguís un poco miopes! Estabais perdonados desde el principio. Para eso os creó, para haceros partícipes de su Vida, para besaros con su Gratuidad. Necesitabais ser rescatados, sí, de la poca fe en vosotros mismos y en quien os habita. Os alejasteis demasiado de vuestra grandeza humana, os degradasteis, os perdisteis al buscar fuera los tesoros que lleváis dentro. Por eso os envió un bebé.

-  ¿Un bebé?

-  ¡Sí! Tiene mucho significado la pequeñez y potencialidad del un recién nacido. Habéis glosado repetidamente la pobreza de Belén… y os habéis quedado con lo anecdótico. En aquel tiempo era frecuentísimo resguardarse en grutas y cobertizos. ¿No ves que no existían los opulentos “cinco estrellas” con que ahora derrocháis? El venido Niño os está susurrando dos mensajes esenciales para vuestra naturaleza humana: “camino” y “nacimiento”. ¿Te has percatado de que el alumbramiento sucede en el camino? En el camino ordinario hacia el terrenal cumplimiento de una ley civil, la de empadronarse. ¿Ves cómo manan los milagros en el polvo de vuestro pisado mundo?

-  Sé que existen los milagros de la Omnipotencia…

-  Que no, jovencito, que no. ¡Obra vuestra! Nacéis con el poder -recibido por supuesto- de hacer milagros. Podéis sembrar el bien en vuestro barro terrenal, podéis cultivar la plenitud, podéis rebosar luz y abrazos. Eso es lo que significa “nacimiento”: desde vuestra pequeñez inicial podéis germinar, madurar, fructificar. Te lo he dicho, en vuestro interior nace el reino de los cielos y su energía fluye continuamente. Basta con estar atentos, con dejaros impulsar, con caminar por vuestra preciosa cotidianidad. ¿Entiendes ahora la lección de “camino” y “nacimiento”? ¿Por qué el Sublime os llegó naciendo y en camino?

-  Ciertamente podría haberse ahorrado los 30 años de oculta maduración.

-  ¡Sí! Pero vuestra mentalidad necesitaba un ejemplo vital, gradual, plástico. El Emmanuel (Dios-con-nosotros) asumió vuestra progresividad y os está remitiendo al cielo reventón que portáis dentro. Ahí está vuestro privilegio, vuestro tesoro, la semilla de vuestra ansiada felicidad. Quien se revistió de niño, de fragilidad, de naturalidad, os está invitando a comenzar y avanzar todos los días, a nacer y caminar siempre. Lo tienes fácil. Yo, desde aquí, te seguiré acompañando.

-  ¡Eh, oye! ¡No te vayas!...

-  ¡Chiiis!... Estoy aquí. Mira dentro tonto...

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Vida Nueva, Nº 2.406, 20-27 de diciembre de 2003

ES NAVIDAD Y HAY DOS SOCIEDADES

JOSÉ IGNACIO CALLEJA, profesor de la Facultad de Teología Vitoria -Gasteiz

Es Navidad. Hay mil motivos que invitan a disfrutar de estas fechas. Los niños exprimen las horas y sorben la fiesta entre gritos y sonrisas. Los adultos miramos a lo mejor de nuestras almas y dejamos que fluya la esperanza. El aire de humanidad que se respira es muy grato. ¡Todo parece tan sencillo y fácil de compartir! Es Navidad.

De pronto, como una visita inoportuna, saltan las noticias y otro mundo y otra sociedad nos golpean en la cara. Porque hay otro mundo, más allá del nuestro, y hay otra sociedad, cerca de nosotros y entre nosotros. Y éste es el problema. Hay otros mundos y hay dos sociedades más allá o más acá de la cuestión nacional. Miremos, hoy, cerca de nosotros. Dos sociedades, una, la de los cualificados, bien situados, ganadores, con todo el futuro del mundo y satisfechos con su suerte; y otra, la de los amenazados por la exclusión, los no cualificados, los perdedores, los marginados, los olvidados. No estoy haciendo sociología; sólo leyendo el libro de la vida con sentido común.

Todo es muy complejo, ciertamente, pero todo es, a la vez, meridianamente claro. Si a Usted le va muy bien, seguro que en parte se lo merece, pero no lo dude, ¡también es cuestión de ventajas heredadas, oportunidades regaladas y no faltará más de un privilegio! Verá Usted que a esto lo llamamos “derechos”, pero ¿cuántas veces lo son, a la luz de la condición igual de las personas al nacer? ¿Ha pensado en si esos derechos los disfrutan igualmente los demás? ¿Cree Usted que los derechos se pueden entender, repartir y disfrutar en solitario? Y ¿qué han hecho “los pobres” mal para no merecer unas condiciones de vida dignas?

Condiciones mínimas

Y si a Usted le va muy mal, es probable que no lea nunca esta columna, pero Usted tiene deberes y, también, derechos. Tiene derechos y algunos incondicionales. Y de esto se trata, de volver sobre esos derechos que suponen unas mínimas condiciones de vida para cada ciudadano. Derechos que no acostumbren a la gente a vivir de la asistencia social, cierto; pero derechos, al cabo, que permitan a la gente ser y vivir como ciudadanos de verdad. De esto se trata. La demagogia no está en reclamarlo, sino en evitarlo con la cantinela de que el igualitarismo nos empobrece y es imposible. El igualitarismo es imposible, ineficiente e insoportable, pero el disfrute de unas condiciones mínimas de vida es posible, eficaz y debido. Y si nos hemos librado de la ignorancia que nos hacía explicar las diferencias sociales por mor del “destino” y “los hados”, es hora de librarnos de la falacia que nos hace creernos civilizados sólo porque nos damos leyes liberales. La democracia es una maravilla, pero es una tarea que, si no avanza, como el agua, se estanca y se evapora.

Los de arriba y los de abajo

Una bofetada, y no otra cosa es mirar la sociedad con los ojos de las numerosas minorías marginadas, o amenazadas de serlo. Son las otras víctimas de estas sociedades ricas, cada vez mejor reflejadas en la imagen del reloj de arena. Arriba, los mejor situados. No les falta de nada y gozan de legitimidad democrática: la que procede del miedo de los amenazados, los sometidos a la ley del “ir tirando hasta fin de mes”. Abajo, los que cayeron en la exclusión, la marginación y el olvido, todas esas situaciones a las que los arrojaron y de donde casi no es posible salir. Dos sociedades que recelan entre sí y que quisieran ignorarse, pero que ni es posible, ni es justo que lo hagan. Dos sociedades que pasan por el centro de nuestras vidas y que no siempre podemos reconocer. Hay selectos lugares de ocio y consumo, urbanizaciones de privilegiados, “sueldos” elitistas, militancias ideológicas trasnochadas, modos de vida tan exclusivos y excluyentes, sacerdocios, espiritualidades y teologías, que funcionan como verdaderos muros de división en la sociedad, y como lentes obscuras en los ojos de quienes los “disfrutan”. Conviene reconocerlo al hablar de derechos humanos para todos, ahora que es Navidad.

Hay dos sociedades de “derechos”, y miles de noticias y experiencias inhumanas deberían enseñarnos a diferenciar entre “derechos incondicionales” para sobrevivir y “derechos subordinados” para competir. Los primeros son irrenunciables para decir con sentido, “Tranquilizaos, mirad que os traigo una buena noticia, una gran alegría, que lo será para todo el pueblo: hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un salvador: el Mesías, el Señor” (Lc 2, 10-11).

Si esos derechos de humanidad para todos, “derechos para sobrevivir”, no son una prioridad absoluta para los cristianos, en la vida diaria, en el compromiso público, en la acción pastoral, en la espiritualidad y en la teología, en el ejercicio del magisterio y en el gobierno de la Iglesia, todo se desmorona como “un belén” de cartón-piedra construido a la intemperie.

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[1] Obsérvese que en el primer PPV el esquema era: dimensión relacional (p.e. relación con Dios) – objetivos – medios, tiempos, modo de evaluarlos. Ahora es: opción fundamental., valores y actitudes, plasmación de los mismos en acciones en cada una de las dimensiones relacionales de la persona. En términos generales, el primer PPV era más obra de la voluntad y decisión del joven, mientras que en el segundo PPV, el/la joven incorpora lo que ha percibido como querer de Dios sobre su persona y realidad, junto con su propio querer y decisión.

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