Dejar que el Señor invada nuestras vidas y nos vaya tocando, dejar que
nuestros planes sean examinados a la luz de su palabra, permitir que Él
haga su obra a través de nosotros, abrirnos al Espíritu para que nuestra
presencia sea un testimonio, vivir en comunidad de discípulos las luchas
de cada día... he ahí el camino. |
Jesús habita hoy en la ciudad
moderna y en las selvas amenazadas por un progreso insostenible. Él está
en quienes son afectados a diario por decisiones macroeconómicas que
condenan a los pobres a ser más pobres. Él nos sigue llamando, testigos
en el siglo XXI, a manifestar su presencia sanadora y denunciante,
liberadora y comprometida. |