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Sugerencias
para una vida más simple
1. Disfruta de tu hogar
Siéntete cómodo en tu casa. Haz que sea y parezca simple. No la recargues de
adornos innecesarios. Evita que el televisor haga las veces de "hogar" o
chimenea, desplazándolo a un lugar menos visible o poniéndole puertas. Decora y repara
las cosas con tus manos. Ahorra energía, pon dobles ventanas, busca alternativas a
instalar el aire acondicionado. Redescubre el rito de las comidas en familia y sin
televisión. No seas esclavo del teléfono y pon el contestador. Invita a tus amigos a tu
casa en vez de ir al restaurante. Acoge a otros y hazles sentir bienvenidos. Abre los
armarios y despréndete de cuanto no hayas usado en el último año. Dónalo o véndelo a
una tienda de segunda mano. Aprende a decir no. Evita acumular cosas y costumbre
innecesarias.
2. Corta con "El Corte"
No vuelvas a salir de compras por impulso o diversión. Evita caer la tarde del
sábado en la fórmula 6C: coche-centro comercial-compra-cine-cena. No compres nunca en
domingo. Establece días de consumo bajo o cero, en los que no comprar más que lo
estrictamente necesario. Imponte un período de reflexión antes de hacer grandes
desembolsos. Invierte más en las tiendas y comercios de barrios. Inscríbete en una
cooperativa de consumo. Practica el trueque y el uso compartido. Compra cosas de segunda
mano, productos con poco embalaje, de comercio justo y ecológicos. Sé fiel a la regla de
las tres erres: Reducir, Reutilizar, Reciclar.
3. Compra al contado
Salda tus deudas. Intenta pagar siempre que puedas al contado; gastarás menos. Haz
ajustes para vivir dentro de tus posibilidades. Ten sólo una tarjeta de crédito. Analiza
y recorta tus gastos. Calcula cuánto podrías ahorrarte si no comieras tanto fuera de
casa, si no compraras ciertos productos de marca, si usaras el teléfono más
selectivamente. Que tu austeridad sea desde la alegría. Date una caricia o un capricho de
vez en cuando. Motívate con un compromiso solidario: lo que te sobra es lo que otra
persona necesita para llevar una vida digna. Si te has quedado sin trabajo, aprende de
esta experiencia de inseguridad económica: puede ayudarte en el futuro a vivir más
simplemente.
4. Párate a oler las flores
Quítate el grillete de la muñena al menos de vez en cuando- y deja de
depender de tanto del reloj. Escucha tu reloj interior. Tómate días de retiro, de
verdadero descanso, sin programa alguno. No estés hasta la última hora del día haciendo
cosas o viendo la televisión. Un día a la semana acuéstate y levántate antes.
5. Recupera el timón
Desconecta el piloto automático. Huye de la rutina. Busca tiempo para lo que te
gusta. Haz algo nuevo todas las semanas. Lucha por conseguir un ambiente laboral más
enriquecedor. Pon un límite a tu compromiso con tu empresa. Acepta los ascensos, pero
hasta cierto punto: calcula el impacto en tu vida de ganar ese poco más de dinero.
Descubre la persona que hay en tus compañeros de trabajo. Equilibra tu vida laboral y
familiar. No te pierdas estar junto a tus hijos mientras crecen. Explora las posibilidades
de teletrabajo que tienes, sobre todo en períodos iniciales de pater/maternidad. Si es
necesario, prepara un salto gradual hacia un trabajo menos estresante o más gratificante,
aunque ganes menos dinero. Si estás en el paro, pon todo tu empeño por encontrar un
trabajo que te llene más que el anterior. Hay muchas ofertas gratuitas de formación que
pueden ayudarte a ello.
6. Viaja hacia dentro
Apura al máximo la vida de tu coche. Sal con tiempo y camina; tu ser entero lo
agradecerá. Utiliza más el transporte público. Haz que el tiempo en el autobús o tren
sea enriquecedor y cada día te parecerá más gratificante respecto al tiempo perdido en
los atascos. Antes de marcharte al fin del mundo, contribuyendo al creciente despilfarro
de recursos naturales que los aviones producen, intenta conocer mejor tu ciudad, tu
provincia, tu país. Viaja hacia tu mundo interior con un tiempo de calidad dedicado a la
meditación; descubrirás paisajes increíbles y enriquecerás todas las dimensiones de tu
vida. Escribe un diario y disfruta más de tu existencia. Visita a la gente que está sola
y pasea también, con respeto y admiración, por sus mundos personales. Y, desde luego, si
viajas fuera, no lo hagas con grupos de turistas ni agencias de viajes. Si quieres conocer
de verdad el mundo, descúbrelo por carreteras secundarias, comiendo su comida, bebiendo
su vino, bailando su música y estando en contacto con la realidad.
7. Apaga la tele
Evita caer en la tentación de la televisión y su creciente número de canales como
forma de pasar el tiempo. Cada día estamos ante ella una media de tres horas. Busca
alternativas a ese ingente gasto de tiempo que te resulten más creativas y gratificantes.
Evita la compulsión de encenderla para matar el tiempo. Huye de la ilusión de que estás
informado porque ves el telediario. Usa más sabiamente el vídeo. Graba los programas que
te interesan para verlos después, ahorrándote el tiempo de publicidad. Lee más. Pasea
más. Escribe más a quienes amas. Aprende nuevas habilidades. Si hay niños en la casa,
controla tú el mando. Mira la tele con ellos y dales criterios para elegir. Dales
alternativas, léeles cuentos, participa en sus juegos. Cambia el programa nocturno por tu
música favorita. Proponte leer todas las noches una hora. Prueba a desconectar la tele
por una semana y observa lo que pasa (es una buena ascesis para la cuaresma que puede
sustituir al trasnochado "no comer carne"). Aplica algunas de estas cosas a la
radio y la música que no cesan de sonar en tus oídos.
8. No corras detrás de todo lo nuevo
Las nuevas tecnologías deben estar a nuestro servicio, no al revés. Utiliza el
ordenador como herramienta y no como un fin en sí mismo. Compra sólo la cantidad de
programas, periféricos y accesorios que vayas a utilizar. Párate a pensar si de verdad
necesitas un teléfono móvil.
9. Lleva una vida sana y cercana a la naturaleza
Haz ejercicio regularmente, pero sin caer en el culto al cuerpo perfecto. Cambia de
hábitos alimentarios y renuncia totalmente a la comida basura. Utiliza productos menos
procesados, más naturales. Consume más productos frescos, verduras y legumbres.
Redescubre los sabores puros de la leche, el agua y el vino. Usa más sabiamente el
congelador para preservar la comida preparada por ti mismo. Abónate a la medicina
preventiva y las terapias alternativas. Aprende algo de ellas (quiromasaje,
reflejoterapia,
) haciendo algún cursillo. Elige con mucho cuidado el lugar de tu
vivienda. El pueblo es preferible a un adosado en una urbanización de terrenos blindados.
Si vives en la ciudad, sal todas las semanas al campo. Disfruta del mar, pero también de
la montaña. Busca lugares menos congestionados para tus vacaciones, o hazlas en tiempos
alternativos al verano. Regálate de vez en cuando una tarde en el parque o la
contemplación de una atardecer o un amanecer. Asocia siempre el tiempo libre con la
naturaleza.
10. Recupera el sentido de comunidad.
No caigas en el sedentarismo. Comprométete en actividades que te obliguen a salir
de casa. Conoce a tus vecinos. Participa en las asambleas de tu barrio y de tu parroquia.
Comprométete en acciones comunales o en una ONG. Sé solidario, sé un voluntario.
Comparte lo que tienes, sobre todo lo que te sobra. Camina con otros por esta senda de una
vida más simple y plena.
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