Breve
relato de abajamiento... José Luis Coll, franciscano
Cierto día, sentados a la mesa el Padre, el Hijo y el Espíritu dialogaban
acerca de la humanidad, los tres coincidían en una urgente y necesaria
intervención. La tiniebla cubría la luz, el odio impedía avanzar en el amor,
la riqueza de unos sólo servía para empobrecer más a otros...
¿Quién será la elegida para ser la
madre del hijo de Dios?. Podría ser una dama elegante de finos modales envuelta
en sedas y oliendo a suaves perfumes. Pero no fue así. Podría ser una dama de
buena fama y muy conocida. Pero no fue así. Eligieron a una muchacha de familia
humilde, una de entre tantas, de relaciones con un carpintero. Pero he aquí que todo tiene un sentido más hondo. ¿Qué ocurrió?. Aquella noche fría y llena de apuros para esta humilde familia se convirtió en la noche dónde se alcanzaron todas esperanzas. Las gentes de la ciudad de Belén, bueno, los más pobres al enterarse de los apuros de esta familia, subiendo de las casas con antorchas y candiles acudieron al establo. Cada mujer y cada hombre pobre no llegaba con las manso vacías, sino portando algo de lo suyo: un poco de pan, un poco de leche, telas, aceite...y vino...¡y vino! ¿para qué?, el apuro pasó con el parto y nació la vida, la soledad de la pareja se vio inundada del calor de los más pobres, la pobreza se vio enriquecida con el rico aportar de cada uno... allí nació la auténtica fraternidad. Había que celebrar la vida, el vino aportó esa gota de alegría que hacía salir de lo hondo de cada uno, para romper el silencio, el canto, el movimiento en danza y las manos en abrazo fraterno. |
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