El
día 28 de mayo de 2001 el Teólogo José María Castillo dio una charla en el
Centro Cultural de la Diputación de Málaga Fue anunciada a todos con el
siguiente texto cogido del libro La
Iglesia que quiso el Concilio del mimo autor, publicado en PPC.
“El
Concilio Vaticano II, se sigue citando en
documentos eclesiásticos, en libros
de teología, en determinadas charlas o conferencias, en alguna que otra homilía...
pero el que se cite un texto del Concilio o se haga alguna alusión a él no
significa que el Concilio esté presente y actuante
hoy en la Iglesia como tendría que estar. Aquella explosión de
entusiasmo, de libertad, de esperanza e ilusiones que desencadenó este
acontecimiento, el más importante desde
el punto de vista eclesiástico que
ha acontecido en todo el siglo XX, en
buena medida ha quedado para unos
desconocido, para otros incomprendido y, para una mayoría, algo que pertenece
al recuerdo, porque la Iglesia sigue siendo sustancialmente lo que era antes del
Concilio. Han cambiado algunas cosas ... pero hay cuestiones
muy vitales en las que tenemos no la sospecha sino la convicción de que
estamos peor que antes del Concilio. ¿Qué
ha pasado para que el Concilio haya quedado abortado de raíz?
¿Qué está pasando en la Iglesia?
En el mes de Mayo en Antequera y el curso pasado en Torrox , le escuche otras conferencias. Creo que, tanto la del día 28 como las otras dos, tratan de dar una respuesta a estas últimas preguntas. Presento, tomadas de las cintas grabadas, algunas de sus reflexiones y afirmaciones más importantes. Manuel
González Está
claro que todos cuantos estamos aquí reunidos no estamos conformes con muchas
cosas de nuestra Iglesia, creemos que hay cosas
en ella de vital importancia de las que
no está siendo sacramento, presencia de él,
en el mundo hoy. Pero no por ello queremos dejarla. Porque la queremos, porque
es algo que ocupa un lugar importante en nuestra vida, estamos hoy aquí
reunidos. Quiero centrarme en el
problema fundamental que hace que hoy se nos presente en cosas muy importantes
como antisigno del Evangelio
de Jesús, por parte de los que la
gobiernan y dirigen y por parte de cada uno de nosotros. Es lo que tenemos que
tener claro si queremos de verdad una transformación en
profundidad de la misma. Lo
demás es secundario. ·
El problema está, como veremos a continuación, por un lado en la forma
como los que han sido elegidos como
dirigentes de la misma han
ejercido y están ejerciendo el poder. Un poder y una autoridad que
no tiene, porque nadie tiene poder para imponer nada que, en cosas que dice y en
actuaciones concretas, esté en
contra del Evangelio. La autoridad la tiene el mensaje de Jesús. Ninguna
autoridad puede situarse por encima
de este mensaje ·
Está también, y es lo más serio y lo más grave,
en el sometimiento con que aceptamos ese poder, esa autoridad.
Un poder y una autoridad que, por una sutil manipulación, aceptamos de
forma voluntaria y libre y como algo incuestionable. Nos consideramos mejores o
peores personas en tanto en cuanto aceptamos, seguimos y endiosamos a personas
constituidas en autoridad en la
Iglesia. ·
Otro problema es cuando esperamos que
la Iglesia cambie, exigiendo esos cambios a los que están constituidos en poder
dentro de ella. Y eso
es algo imposible. Los que están en el poder no pueden, aunque quisieran, cambiar esta situación que han
asumido plenamente. El cambio tiene que
realizarse en los de abajo, desde los de abajo, desde lo laicos. Son
los laico lo que con menos trabas pueden actuar hoy en la Iglesia con la
libertad de lo hijos de Dios que el Concilio pidió para todos los cristianos.
Cuando los de abajo no obedecen, los de arriba se quedan sin poder. Son los
grupos pequeños los que pueden hacer que se produzcan cambios estructurales en
la Iglesia .La historia nos demuestra que es éste el modo cómo se han
producido en la Iglesia los grandes cambios. Es más, cuando eso grandes cambios
se han querido hacer desde arriba, siempre
han quedado descafeinados. Para
abordar con seriedad estas
preguntas es importante
distinguir entre la estructura o
apostolocidad de la Iglesia y la
forma como históricamente se ha
ido organizando y está hoy
organizada esa estructura. LA
APOTOLICIDAD ELEMENTO DIVINO E INMUTABLE
El
que haya en la Iglesia una estructura, una jerarquía, un papa y unos obispos,
es un componente
esencial de la apostolicidad. Es algo divino e inmutable. Siempre en la
Iglesia ha habido alguien que ha representado a la comunidad en forma de
presidencia, coordinación, animación...,
“según los carismas de cada uno,
puestos gratuitamente al
servicio de la comunidad.” Y de hecho el carisma del episcopado es el que desde un
principio se impuso y es el que identifica nuestra iglesia de hoy con la Iglesia
que nació en Pentecostés y que “en
Jesús tuvo su inicios”. Es algo divino
e inmutable. Es lo que hace que coincida
sustancialmente con la Iglesia de que nació en los Apóstoles. No
podemos pensar en una Iglesia sin esta estructura piramidal. Una estructura
formada por papas y obispos, sucesores de los primeros apóstoles, que
reciben su autoridad no del pueblo cristiano, sino del Espíritu. Autoridad, que
no poder, porque la palabra poder y, sobre todo
las actitudes que esta palabra conlleva,
es algo antievangélico,
que no debería estar operante bajo ningún concepto en alguien que
ha sido ordenado para dirigir la comunidad cristiana. Y
en esta estructura es más importante que la apostolicidad de
ministerios (la sucesión ininterrumpida) es la
apostolicidad de vida y de doctrina.
(que los sucesores reproduzcan lo que fue a vida y las enseñanzas de los apóstoles)
Cuando un Obispo no reproduce lo que fue la vida y las enseñanzas de los apóstoles, deja de ser
obispo, aunque haya sido consagrado como tal.
Cuando un obispo actúa en contra del mensaje evangélico pierde toda su
autoridad, no podemos si debemos considerarlo
un sucesor de los apóstoles.. Hay que obedecer antes a Jesús que a los
hombres, aunque estos digan que están mandando en nombre suyo. San Agustín decía:
“los obispos no son malos, porque
si son malos, ya no son obispos”. ORGANIZACIÓN
DE LA ESTRUCTURA Dedicó
Castillo más de media hora para
explicar este punto de su charla, analizando las formas como esta estructura se
ha ido organizando a través de la historia. Es
un tema, dijo, del que no solo podemos hablar sino que tenemos que
hablar, si de verdad queremos
llegar a lo que fundamentalmente está haciendo a la Iglesia institución se nos
presente en nuestros días sustancialmente
infiel al menaje de Jesús. Distinguió en su exposición
cinco períodos en los que esta organización ha sido sustancialmente
distinta. ·
Régimen
democrático
En los orígenes y en los tres primeros siglos, fue un estructura de carácter
fundamentalmente democrático. Democracia no en el sentido de hoy en el
que pueblo, sujeto del poder, delega miendiante unas elecciones en unos
dirigentes. El poder que tienen los Obispos viene de arriba. La estructura
era fundamentalmente democrática en la
forma de ejercer el poder. Para designarse lo primeros cristianos cambiaron
el nombre primero de Secta de los Nazarenos por el de ECLESÍA:. Una palabra
profana que significaba “ la
asamblea de los ciudadanos libres que democráticamente ejercían su cuota de
responsabilidad en el gobierno de la ciudad”. Y así funcionó. Decidían
entre todos. Tenemos multitud de ejemplos que lo demuestran. Se eligían a los
Obispos “votando a mano alzada”. La Iglesia se concebía cómo una gran
comunidad formada por pequeñas comunidades, cada una con su autonomía propia. ·
Régimen
sinodal.
A partir del Siglo IV. Comienza un régimen sinodal. Eran los Sínodos locales
los que decidían. En los Sínodos se discutían los problemas, se elegían a
los Obispos y, con frecuencia, se
deponían si no eran considerado verdaderos apóstoles. El Obispo de Roma
tenía la misión de unión de toda la Iglesia e intervenir en los conflictos
que no se podían resolver en los sínodos. Los Sínodos tenían poder para
rechazar cuestiones que venían del Obispo de Roma. En cuestiones más
importantes se reunían varios Sínodos.. El Concilio se le consideraba por
encima de todos los Sínodos y del Obispo de Roma San
Cipriano en uno de su Sínodos decía: “el pueblo tiene poder por derechos divino para elegir
a sus obispos, el pueblo tiene poder por derecho
divino para deponer a sus obispos si no son considerados dignos y,
en el caso concreto, el pueblo ha decidido que no vale la decisión
tomada por nuestro “colega” Esteban (Obispo de Roma) porque cree que ha
actuado mal informado”. San Gregorio, Obispo de Roma, recibió una carta de un colega obispo en la que le
llama papa universal. Y le contesta con esto términos: “le ruego a su dulcísima beatitud que no me vuelva a llamar papa
universal, porque eso es un título de vanidad y yo no quiero estar por encima
de los demás ni en títulos, ni en privilegios, sino que quiero estar al
servicio incondicional de todos mis hermanos obispos. ·
Régimen
dictatorial.
En Siglo XI. se produce el gran cambio, el giro decisivo. Gregorio VII se
autodefine Vicario de Cristo y en sus 27 proposiciones del Dictatus Papae
presenta una régimen dictatorial
en todos los poderes y de forma plena
( poder legislativo, judicial y punitivo) y universal (para todos los hombres)
se centran en la Iglesia en un solo hombre, el Papa. Lo hizo con la buena
voluntad de liberar a la Iglesia de
la situación en que había llegado por la que eran los señores feudales, auténticos
rufianes la gran mayoría de ellos, quienes
en la práctica elegían a los obispos. Con
Inocencio III esta organización llegó hasta el extremo de considerar al Papa
con la suprema potestad, la
autoridad máxima del mundo. De
forma que se podía y, de hecho, elegían
y deponían emperadores, se facilitaba bulas
papales que legitimaban a los reyes
europeos para la conquista y
el saqueo de Africa y América,
para hacer esclavos a millones de personas,
para fundar la Inquisición etc. etc. Son impresionantes y aterradoras
las bulas papales que se dieron entre
otros Nicolás V, Alejandro VI, León X, Pablo III. En este período se vivió en la Iglesia
los acontecimientos más
traumáticos y vergonzantes de su Historia. ·
De entonces acá las cosas han ido cambiando en esta forma de utilizar
los papa su poder, pero sustancialmente la organización no ha variado. La
estructura eclesial sigue
hoy organizada en dos grupos: el
Papa, Obispos y presbíteros, y
por otro el pueblo, al que se le ha llamado laicos. Estos
dos grupos los definió el Papa San
Pío X en su encíclica Vehementer Noster con estas palabras:
“En la sola jerarquía
(el clero: Papa, Obispos y presbíteros) residen el derecho y la
autoridad necesarias para promover y dirigir a todos los miembros hacia el bien
común. En cuanto a la multitud (los
laicos) no tienen otro derecho que el de dejarse conducir dócilmente y seguir a
sus pastores”. Hoy
no se dice esto de forma tan descarada, pero se sigue practicando. La Iglesia
sigue estando formada por dos grupos de personas: una minoría, que
ostentan el poder, y los otros, los mas, que si quieren estar en la Iglesia, se
tienen que someter a los que tienen el poder. Los Consejos Pastorales,
Presbiterios, Conferencias y Sínodos
Episcopales . La Conferencia Episcopal, La CONFER de los religiosos ... todos
tienen un valor meramente consultivo. La última palabra la tendrá siempre
en cada grupo el párroco, el obispo, el
superior religioso, el Papa. Y en esta pirámide la
autoridad plena y universal, de la que depende todo en la Iglesia está
centrada en un solo hombre: el Papa. Y, lo más grave de todo es que en esta
estructura el Papa actúa y ejerce
su autoridad a atreves de La Curia Romana. Este hombre y este ente creado
alrededor de él va a marcar en cada momento histórico las creencias, el modo
de relacionarse con Dios, con los demás hombres, con la naturaleza, con el
mundo, de los millones de
cristianos esparcidos por el mundo entero. EL
PODER DEL PAPA HOY Como
se ha dicho, lo más grave es que en esta estructura hoy el poder sigue centrado
de forma plena y absoluta en un solo hombre. En
el Código de Derecho Canónico vigente se
afirma que el Papa tiene una potestad ·
"plena,
(legislativa, judicial y punitiva) inmediata y universal" que además ·
"puede
ejercer siempre libremente" ante la que ·
"no
cabe apelación ni recurso alguno" cuyas decisiones ·
"no
pueden ser juzgadas por nadie”, sin que ·
"haya
autoridad alguna a la que tenga que someterse, ni ante la cual tenga que dar
cuenta" y ante la ·
“si alguien recurre debe ser castigado con una censura o un entredicho o
una suspensión a divinis"... Esta
forma de organizar el poder hace
que en la Iglesia ·
todos
sin excepción tengan que ir por donde va el Papa. Y ·
nadie
pueda tener en ella derechos adquiridos. Y
la cosa se complica mucho más cuando sabemos que quien de
hecho, en nombre del Papa, ejerce
la suprema potestad en la Iglesia es La Curia Romana. Un ente compuesto por
cardenales, obispos, funcionarios...que nadie conoce cual es su organigrama, cómo
funciona, cómo entenderse
con ella.. Los
monitum, avisos,
advertencias que diariamente emanan de ella están a la orden del día. Ello está
creando en muchos sentirse controlados y amenazados,
crispación y miedo
en muchos obispos,
superiores de ordenes religiosas, teólogos, profesores etc.
Está
siendo motivo de mucho dolor, indefensión,
mucha soledad, sufrida en silencio
por amor a la Iglesia, por no escandalizar, porque de todas formas no se va a
poder conseguir nada. Todos cuantos en los último años, incluyendo el Papa
actual, han intentado un reforma de la misma se han estrellado. EL
CONCILIO NO TOCO LA ORGANIZACIÓN DEL PODER
·
El gran problema, que ha hecho inoperante al Concilio y que mina de raíz
cualquier intento de renovación eclesial, consiste en que el
Concilio introdujo cambios profundos en cuestiones muy determinantes de
la teología de la Iglesia, abrió caminos y esperanzas, pero dejo prácticamente
intacta la organización eclesiástica y la forma cómo ésta ejercer el
poder que tiene. Y, nos guste o no, la Iglesia
a partir del Concilio ha estado y sigue estando obsesionada con el
problema de su propio poder y de su propio prestigio. Y es, en como se visualiza
ese poder y ese prestigio, donde pone la clave del éxito o fracaso del
Evangelio en el mundo. Más que místicos y profetas lo que le interesa es
organizar acontecimientos donde se haga ver su grandeza y su prestigio y sobre
todo tener teólogos, obispos, sacerdotes y cristianos sumisos ·
Es demencial el que la Iglesia se haya organizado de tal forma que la
Buena Noticia de Jesús esté totalmente condicionada para todos los cristianos
del mundo por la mentalidad, las
preferencias y hasta la salud de un solo hombre. Un hombre que se constituye
en punto de encuentro y de coincidencia de gentes, mentalidades y tradiciones
tan diversas y, a veces contrapuestas, como
se dan en el mundo entero, que se propone
ir por la vida con la pretensión de ser el centro en el que coincidan
todos, de manera que, quienes no coincidan, deben considerarse así mismos malas
personas, es pretender algo imposible en nuestra cultura de la postmodernidad.
En nuestros días se siente aversión a todos los dictadores Por ello
la del papado es vista hoy,
independientemente de su bondad, santidad, de su
gran talla como persona, de sus indiscutibles carismas...
por una gran mayoría como anacrónica,
algo de tiempos pasados, e insostenible
y produce necesariamente la atracción de
unos, el rechazo de otros y la indiferencia de los más.
·
Cualquier persona que, por una parte lee desapasionadamente los
evangelios y por otra, ve como está organizada y la forma como se ejerce el
poder en la Iglesia, enseguida advierte una distancia y, en determinadas cosas,
una contradicción que resulta alarmante. ·
La institución eclesiástica, tal como de hecho está organizada y tal
como se comporta , es uno de los impedimentos más serios con que tropieza la
gente (sobre todo la mayor de los jóvenes) cuando se trata de buscar y
encontrar sentido último de la vida y, en definitiva, al Dios de vida ·
La razón de ser del papado en la Iglesia es mantener
la unidad en la fe y en la comunión. Unidad y comunión de toda la multitud
de pequeñas comunidades de creyentes esparcidas por el mundo. Pero esa unidad y comunión no se puede conseguir dando decretos,
imponiendo normas, prohibiendo
cosas y fijando sus poderes para obligar a sus súbditos a someterse a la fe y a
la comunión. Por este camino se podrá conseguir un alto nivel de
sometimiento externo e incluso de
notable uniformidad en ciertos comportamientos más o menos externos, pero no se
podrá conseguir una unión en la
fe y menos todavía la comunión de vida, porque eso es algo que no brota de lo
jurídico sino que son acontecimientos y experiencias de carácter estrictamente
personal y teológico. Es necesario que cada comunidad cristiana tenga su
propia autonomía con la participación real de los que la componen.
Si algo está claro en el gran relato de los evangelios es que Jesús
“puso el comienzo de la Iglesia” predicando la Buena Noticia, es decir el
Reino de Dios, pero no dando decretos ni imponiendo normas y prohibiciones. ·
El
Papa se nos presenta hoy
como un hombre de Dios, un santo, su nombre se recordará en la historia por el
mucho bien que ha hecho en este largo periodo de la historia que le ha tocado
vivir, en pero al mismo tiempo se
le ve situado en el mundo
como un Jefe de Estado más, y se le brindan por donde quiera que va los honores
de un jefe de estado. Un estado gobernado en régimen dictatorial, haciendo uso
de un poder que les sitúa
por encima y con frecuencia abiertamente en contra de lo que en el
mensaje de Jesús es nuclear. . Y creemos que en nuestros días
está ejerciendo el poder que tiene diciendo cosas y sobre todo
teniendo actuaciones concretas que están abiertamente en contra de
ese Evangelio. Las más graves, las
que más la están desacreditando, las que la está convirtiendo en antisigno
del evangelio son: los silencios, las
legitimaciones y las colaboraciones, que
ha hecho y sigue hoy haciendo ante
poderes políticos que han agredido y siguen agrediendo
demasiado la vida de muchos
seres humanos, responsables de muchos sufrimientos, de acontecimientos mortales,
que han ido acompañado de mucho derramamiento de sangre en grandes colectivos. ·
Es curioso observar que, precisamente
cuando en nuestros días, observamos
como la figura del Papa ha alcanzado cúlmen de la popularidad, de la estima en
grandes sectores de la opinión pública y, sobre todo, cuando el control que
ejerce el Papa sobre la Iglesia, a
través de la Curia Romana es más
fuerte que nunca en la historia, cuando se ha conseguido la mayor uniformidad de
todos los cristianos... es cuando la fe se ve más cuestionada que nunca, la
Iglesia pierde credibilidad, el pensamiento teológico es cada vez más marginal
en la cultura dominante, la unión de los cristianos no se consigue, y las
crisis en el interior de la misma Iglesia se acentúan, como es el caso de las
vocaciones sacerdotales y religiosas, el abandono creciente de católicos que
dejan la iglesia, la impopularidad de la institución entre las generaciones jóvenes,
la pérdida de los valores éticos en la sociedad y un largo etcétera de cosas
demasiado tristes que están sucediendo, sin que se advierta una preocupación
sería por buscar remedios eficaces a tal situación. ESTA
ORGANIZACIÓN SE NOS PRESENTA COMO ANACRÓNICA, ANTIEVANGÉLICA Y ANTITEOLÓGICA. Organización
anacrónica
El
Concilio quiso una Iglesia que se entiende, antes que ninguna otra cosa, a
partir de la igualdad fundamental de todos los cristianos y no desde a
consideración de superioridad de
quienes ostentan el poder. Esta
organización es vista hoy en el mundo entero como algo anacrónico, de tiempos
pasados, superado ideológicamente por todos e
insostenible en la práctica. Hoy se queda uno perplejo cuando el Estado
del Vaticano en su reciente constitución
del 22 de Febrero del 2000 en el primer artículo dice que el Romano Pontífice
es el supremo gobernante del Estado Vaticano que posee plenamente el poder
legislativo, judicial y punitivo.”
La misma persona puede dar una ley y juzgar y condenar al que no la cumple,
sin que nadie tenga la
posibilidad de defenderse o exigir
derecho alguno. Es la última monarquía absoluta que queda en el mundo. Lo cual
es aun más grave porque actúa en nombre de Dios y su poder llega hasta
la conciencia de cada persona. Organización
antievangélica
Es
importante ver como se presenta este tema del poder y la autoridad en el
Evangelio. Sobre este tema se nos dicen cuatro
cosas importantes, que pertenecen a lo esencial del mensaje de Jesús. ·
Primera:
El Dios de Jesús se nos ha revelado en un hombre laico, del pueblo, pobre, débil,
un hombre que fue calumniado, mal visto por todos los que estaban en el poder,
un hombre que se codeaba y se presentaba como amigo de
enfermos, pecadores, de las mujeres, de los niños ...,
de todas las gentes más marginadas. Este tipo de gente eran los que le
entendían y los que le seguían. Los que estaban en el poder lo calificaron
como un hombre
amigo de pecadores, que pertenecía al grupo de los que no conocían la
ley , que estaba maldito y que había
que eliminar, porque ponían en entredicho su poder ·
Segunda:
No quiso el poder. Huyó del poder. En el evangelio aparece repetidamente como
Jesús venció la gran tentación
de predicar y hacer presente El Reino desde el poder...
Sabemos, además, que se enfrentó con todos los que tenían poder en su
tiempo, hasta morir como un maldito
por esta causa, yo diría que sólo por esta causa. ·
Tercera:
El gran problema que tuvo con sus apóstoles fue precisamente a causa del poder.
Les dijo que era imprescindible
para ser alguien en su comunidad
hacerlo con ausencia total de
poder. Que había que hacerse como niños, como condición absolutamente
indispensable para ser un apóstol
suyo. Y los niños, en
aquella cultura, se singularizaban
precisamente por eso: porque eran seres
sin derechos, sin poder, sin valor social. Jesús fue tolerante
en todo con sus discípulos e
intransigente tan sólo en este punto. La
palabra poder , y sobre todo las actitudes de los que tienen poder,
no pueden casar de ningún modo con
lo Jesús quiso en sus discípulos. ·
Cuarta.
Son muchos los que tienen el convencimiento de que la salvación depende del
sometimiento y de la obediencia debida a los que están constituidos en poder en
la Iglesia: Papa, Obispos y párrocos, superiores de órdenes religiosas etc. .Y
Jesús no asoció en ningún momento la salvación al poder de nadie, ni al
cumplir normas y precepto impuestos
por nadie. La asoció al amor, a la misericordia, al perdón, a la bondad, a la
solidaridad con los que sufren, pero nunca
al sometimiento de unas personas sobre otras. Nadie, según el evangelio, tiene poder para hablar en nombre de Dios, para establecer
obligaciones en nombre de Dios y mucho menos para imponer penitencias o
castigos en nombre de Dios. Organización
antiteológica
Hasta
el siglo XI la frase “Tu eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi
Iglesia” se aplicaba siempre al
Colegio episcopal y a cada uno de los obispos, nunca
en exclusividad al Obispo de Roma. Es por lo que este texto se leía
siempre en la consagración de todos los obispos. CONSECUENCIAS
QUE SE DERIVAN DE ESTA SITUACIÓN
¨
Se
margina al Pueblo de Dios.
El Consejo de Pastoral en la parroquia, el Presbiterio en la Diócesis, la
Conferencia Episcopal en el estado son figuras consultivas.
Los Obispos serán cómo quiera el papa de turno, los curas como deseen
los Obispos y las parroquias tendrá el talante del párroco. Se anula una auténtica
participación y correponsabilidad del Pueblo de Dios a todos los niveles. El
voto de cada uno de los cristianos, de la comunidad cristiana, no cuenta, o
tendrá el valor que quiera darle el jefe inmediato de turno.
Es algo que se tendrá más o menos en cuenta dependiendo del talante del
jefe de turno inmediato. ¨
Se
anulan los Derechos humanos en la Iglesia
En la Iglesia nadie tiene derechos adquiridos. Te pueden quitar de párroco,
de profesor, de obispo... con un simple escrito, con una llamada telefónica,
de palabra. Y no tendrás a quien recurrir, ni contra quien protestar,
porque generalmente la orden te vendrá dada por alguien que nadie tiene que ver
en el asunto, que es un mandado de otro. Es más, te considerarás mala persona
por el solo hecho de no aceptar en conciencia
el monitum recibido. Y esto, por
desgracia, está siendo el pan nuestro de cada día. ( nota: puso ejemplo de
actualidad escalofriantes) ·
Se necesitan de cristianos sumisos. Para
que funcione este sistema organizativo es necesario elegir para obispos, para
curas, seminaristas ... hombres esencialmente sumisos. Persones que acepten sin
rechistar, que se sepa que no se van a quejar, que no van a revelarse pase lo
que pase, porque amor a la Iglesia, por la obediencia debida al superior, por
miedo a ser marginado o excluido etc. Es
la condición sine qua non para ser ordenado sacerdote y más para ser elegido
obispo. No es posible ser sacerdote
sin haber pasado uno años por el seminario y haber demostrado fehacientemente
esta disponibilidad. A cambio se le ofrece
las cosas que precisamente negó Jesús a los suyos. Hoy no
es raro encontrar jóvenes clérigos que les gusta volver a la dignidad,
distinción y rango que es propio de hombres sagrados y consagrados. Que les
gusta vestirse de manera distinta a como se viste el común de los mortales (Mc
12,38) a ser venerados en público (Lc 20,46) a ponerse en los primero puestos
(Mc 12.39) a ser tratados como personas respetable
(Mt 23-7) a dejarse llevar de interese económicos (lc.16.14) a cargar
con faldos pesados las espaldas de lo demás ( Mt.23-4) ·
Se
actúa por
miedo. Quizás sea lo más
grave de todo. Se actúa más por
miedo que por otras motivaciones. Si quieres conservar
tu puesto, (párroco, obispo, cardenal, superior) tus clases, tus pequeños
logros conseguidos, tienes que pensar muy mucho lo que dices. Y si lo que
quieres, aunque sea con la mejor buena voluntad, es ascender, lo mejor es la
adulación y la sumisión incondicional. El mayor enemigo hoy para una posible
renovación de la Iglesia es el
miedo. El miedo nos paraliza, nos bloquea. ·
El
éxodo masivo de católicos que abandonan la Iglesia.
No hay estadísticas, ni puede haberlas. Las grande concentraciones, los grandes
eventos religisoso-folklóricos todos
sabemos hasta donde son puros
espejismos de esta realidad. No se discute, no se polemiza, sencillamente se
prescinde de ella como de algo que no interesa. ·
Se
prostituye el mensaje evangélico. Hoy
sabemos que el poder, todo poder, y de un modo especia el poder religioso,
crea necesariamente, muchas veces incluso de forma inconsciente,
intereses que se convierten en rectores del pensamiento y
que hacen que se vea la realidad desde otra óptica. Y si ese poder se
concentra en un solo hombre y en una institución, La Curia,
con un poder como el que e ha descrito, se comprenderá el peligro de que
ese mensaje de Jesús nos llegue manipulados por intereses y preferencias no
necesariamente evangélicas. Jesús debió tener esta intuición. Por eso dijo
que desde los que están constituidos en poder,
desde los que están arriba ejerciendo un poder sobre los de abajo, no es
posible acceder al conocimiento y al encuentro del Dios de Jesús.
Consecuentemente todo el conocimiento de Dios que nos transmiten
en su Teología, su Dogma,
su ética, sus encíclicas... no
pueden reflejar el Dios de Jesús.
A todo lo que venga firmado por los poderosos hay que ponerles interrogantes,
porque siempre nos va a llegar
necesariamente deformado, manipulado, por los intereses de los que están en el
poder. Para acceder al conocimiento y al encuentro
del Dios de Jesús tenemos que situarnos en solidaridad con los
“nepiois”: los pobres, los
que no tienen derechos, los que no
valen, no cuentan, los que lo están pasando mal. ¨
Necesita
para legitimarse de un Dios que no
puede ser el Dios de Jesús. Se
necesita de un Dios omnipotente y justiciero que castiga a los malos y a los
buenos también
si se descuidan. Un Dios que manda y prohibe. Un Dios que al que hay que
ver como lo presentan sus ministros y que hay que obedecer en lo que mandan sus
ministros. Un Dios con el que no te
puedes relacionar si no es a través de sus intermediarios. Un Dios que te exige
obediencia, sumisión, amor y sumisión incondicional a sus ministros, que se
han constituidos en representantes suyos, los que
dicen ser su voz, con poder para
dirigir la vida de muchos y los únicos puentes,
la medida de tu fe, se medirá
por el respeto, amor, sumisión incondicional a los que ostentan el poder y
sobre todo al que ostenta el poder supremo. ¿QUÉ
HACER?
(presento algunas ideas cogidas al azar) ·
El Concilio quiso una
Iglesia, comunidad de comunidades, en la que todos son y se sienten
responsables, porque pueden
participar y de hecho participan en su pequeña comunidad en lo que se piensa ,
se dice y se decide. Una
Iglesia que todos por igual sienten y
viven como propio, como algo que les concierne vivamente y en lo que se sienten
comprometidos. Una Iglesia en
la que el clero no acapara y menos monopoliza el poder de pensar, de decir y de
decidir ·
No se puede decir que la
Iglesia va bien porque en ella haya un Papa ejemplar y clarividente que arrastra con su
ejemplo, su poder de convocatoria, la excelencia de su doctrina o el vigor con
que impone sus decisiones. Ni tampoco es más bella porque
los Obispos que se nombran son hombres de gran calidad espiritual, teológica
y humana. Y menos depende de la bondad de sus sacerdotes y religiosos.
Todos ellos son necesarios pero
la Iglesia irá bien en la medida en que
haya más y mejores cristianos creyentes.. Hombres libres, que aman y
trabajar por hacer presente el Reino. ·
En una comunidad que se llame cristiana no puede haber unos por encima de
otros, unos que mandan y otros que obedecen. Todos somos por igual
sacerdotes, profetas y reyes Tendrá que haber siempre, como en todo
grupo humano, quien oriente, guíe,
coordine, presida... pero siempre
desde una actitud de servicio a la comunidad, nunca jamás, bajo ningún
concepto, como el que ordena y
manda, como el amo del cortijo. ·
La
obediencia y el
consiguiente sometimiento,
no ya sólo a Dios, sino además
a un ser humano al
que hay que aceptar como «voz de Dios”,
mande lo
que mande (con tal de que lo que mandee
no sea pecado),
es lo más opuesto al sentido de
la libertad y responsabilidad
inalienable que hoy tiene el
común de los mortales. ·
En la Iglesia
habrá más libertad, no en
la medida no que los la dirigen y gobiernen nos la vayan concediendo en asuntos
concretos, sino en cuanto los
cristianos seamos capaces de vivir en la libertad de los hijos de Dios y obrar
en consecuencia No
hemos entendido lo más nuclear del Concilio
cuando aceptamos sin más,
que los que entienden y saben de Dios y los que tienen capacidad de tomar
decisiones en cuestiones de Iglesia son los Obispos y los sacerdotes, y
que los laicos lo que tienen
que hacer es aprender, aceptar, obedecer y cumplir. ·
Somos muchos los creyentes que dan más
importancia a la observación de la leyes, a la fidelidad a unos superiores, a
lo que dice el cura, el obispo... que
a la fidelidad a la propia conciencia y al cariño entre las personas
y crean así a su alrededor
ambientes, no de vida, sino de
muerte.. ·
En la Iglesia todo poder que pretenda utilizarse
para cosas que vayan en contra del Evangelio, que no sirve para
asegurar el respeto a las personas,
los derechos humanos de las personas , la dignidad de cualquier persona, no
puede ser un poder que viene de Dios y no podemos sentirnos obligados a aceptar
sus exigencias. ·
El Concilio dijo que nos unifica a todos por igual en la Iglesia es la
libertad. Pero no una libertad cualquiera sino “la libertad de los hijos de
Dios”, es decir, de la libertad “que rechaza todas las esclavitudes y
respeta santamente la dignidad de la conciencia y su libre decisión”. Es una
libertad que “se enfrenta a las incontables esclavitudes
que oprimen a las personas en la
Iglesia y en el mundo contemporáneo” “No
es una libertad que se nos da, sino más bien una libertad que conquistamos, que
brota desde dentro de uno mismo, de la propia conciencia”.
No es una libertad para "hacer lo que nos da la gana” sino para
“luchar contra todas las formas de esclavitud que oprimen a los seres
de este mundo” Libertad que brota de
la “dignidad de la conciencia y de su decisión libre” no de preceptos y
obligaciones impuestos por otras personas. ·
Y
estamos favoreciendo el clericalismo cuando nos preocupa el denunciar al Papa, a
los obispos, al párroco. Cuando nos
quejamos y les culpabilizamos,
porque creemos que son ellos quienes tienen que ir cambiando las cosas. Con ello
lo que conseguimos es hacerlos el centro, lo más importante en la Iglesia, les
damos una importancia que el
Concilio no quiso que tuvieran en el Pueblo de Dios. . ·
Favorecemos
igualmente una Iglesia clerical cuando luchamos porque las mujeres sean
sacerdotes o los curas casados vuelvan al rol
y al puesto que dejaron, pues con ello lo que se consigue es potenciar el
sistema clerical existente. Más que más clérigos, se necesitan hombres y
mujeres capaces de crear, presidir,
animar, formar, coordinar... pequeñas
comunidades de creyentes.. ·
El poder religioso pertenece a ese tipo de poderes, de autoridad, que
aceptamos de forma voluntaria y libre, porque
es algo que le queremos dar a personas concretas
por motivaciones generalmente religiosas. El que tiene poder religioso lo tiene
para las personas que por motivaciones religiosas o por otras motivaciones le
dan ese poder. Y no tiene poder ni autoridad para el que
no es religioso o tiene otras
motivaciones personales que le quitan ese poder. Por ello a todo
lo que nos llegue desde el poder hay que ponerle interrogantes,
porque es muy posible que los intereses del poder estén deformando el
mensaje ·
El cristiano tiene en
este tema un principio incuestionable: ninguna autoridad tiene poder ni
autoridad para mandar cosa alguna, que esté en contra del mensaje de Jesús.
Nadie tiene en la Iglesia poder ni autoridad para mandar
o disponer nada que esté en contra del
Evangelio. Consecuentemente
cuando estoy obedeciendo, aceptando, siguiendo lo que en un momento
determinado me dice una autoridad religiosa que creo que está en contra
del Evangelio le estoy concediendo
un poder que no tiene. Cuando estoy colaborando en movidas de Iglesia que están
en contra de lo que nuclear e indiscutible en el Evangelio soy tan culpable como
ellos en que esa situación se mantenga. ·
Lo decisivo hoy es que, efectivamente, haya personas en la .Iglesia que
vivan de tal manera que, por su misma forma de vivir, representen una
interpelación, una llamada y un estímulo para el común de la gente. Ése
fue el papel que cumplieron los mártires y las vírgenes en la Iglesia
primitiva. A partir del siglo
IV, fueron los monjes del desierto y más tarde las grandes órdenes
religiosas en sus diversas formas y según el carisma de cada grupo.
En este sentido, se puede y se debe decir que la vida religiosa es ahora
más necesaria que nunca. ·
Cuando los grandes ideales, las grandes palabras, los grandes relatos y
las utopías se hunden, arrasados por el huracán de la globalización y por la
postmodernidad, se hace más apremiante que nunca la presencia, en la
sociedad y en la Iglesia, de personas que digan algo distinto, radicalmente
distinto, de las consignas que nos dicta a todas horas el «pensamiento único»,
esa forma de ver la vida que lo ha reducido todo a mercancía, bienestar y
satisfacción plena, sin otro horizonte que la garantía de estar siempre como
estamos. o mejor de lo que estamos, con tal de no salirse de lo establecido,
resignadamente acomodados al sistema que se nos ha impuesto.
Desde este punto de vista, la vida religiosa, con los tres votos de
castidad, pobreza y obediencia y o sin ellos, tendrían que constituirse por
grupos de personas libres, con la libertad de los hijos de Dios, que se quieren
y quieren de verdad, y que hacen de
su vida un grito de protesta - en la Iglesia y en la sociedad -, contra las
incontables formas de agresión contra la vida y la esperanza que se cometen a
diario por todas partes. Volver al sumario del Nº 6 Volver a Principal de Discípulos
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