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Ecumenismo - Nº 6 - Abril 2003

  "En esto
   conocerán
   todos que sois
   mis discípulos,
   en que os amáis
   unos a otros."

          
Juan 13, 35

 

Declaración final del encuentro interreligioso mundial en Asís

31 de enero de 2002

Esta "Declaración Final" la suscribieron los más de 250 líderes religiosos que participaron en el Encuentro de Asís.  Debido a su importancia, la volvemos a recordar aquí. Se indica el nombre de los representantes que leyeron cada uno de los pasajes de la Declaración:

        Patriarca ecuménico Bartolomé I de Constantinopla:
Reunidos aquí, en Asís, hemos reflexionado juntos sobre la paz, un don de Dios y un bien común de toda la humanidad. Si bien pertenecemos a diferentes tradiciones religiosas, afirmamos que la construcción de la paz requiere amar al prójimo en obediencia a la «ley de oro»: «No hagas a los demás lo que no quieras que te hagan».
Con esta convicción, trabajaremos sin descanso en la gran empresa de construir la paz.
Por ello:
        Reverendo Konrad Raiser (Consejo Ecuménico de las Iglesias)
1. Nos comprometemos a proclamar nuestra firme convicción de que la violencia y el terrorismo son incompatibles con el auténtico espíritu de la religión y, condenando todo recurso a la violencia y a la guerra en nombre de Dios o de la religión, nos comprometemos a hacer todo lo que nos sea posible para desarraigar las causas del terrorismo.
        Bhai Sahibji Mohinder Singh (sij)
2. Nos comprometemos a educar a la gente en el respeto y la estima mutuos para favorecer una convivencia fraterna y pacífica entre personas de diferentes grupos étnicos, culturas y religiones.
        Metropolita Pitirim (del patriarcado ortodoxo de Moscú)
3. Nos comprometemos a promover la cultura del diálogo para que crezcan la comprensión y la confianza recíproca entre individuos y pueblos, siendo éstas las premisas de la paz auténtica.
        Metropolita Jovan (del patriarcado ortodoxo de Serbia)
4. Nos comprometemos a defender el derecho de toda persona humana a vivir una existencia digna, según al propia identidad cultural y a formar libremente una familia.
        Jeque Abdel Salam Abushukhadaem (musulmán)
5. Nos comprometemos a dialogar con sinceridad y paciencia, sin considerar lo que nos diferencia como un muro imposible a superar, sino por el contrario reconociendo que el encuentro con la diversidad de los demás puede convertirse en una oportunidad para mejorar la comprensión recíproca.
        Obispo Vasilios (de la Iglesia ortodoxa de Chipre)
6. Nos comprometemos a perdonarnos mutuamente los errores y prejuicios del pasado y del presente, y a apoyarnos en el común esfuerzo por derrotar el egoísmo y la prepotencia, el odio y la violencia, así como a aprender del pasado que la paz sin la justicia no es una auténtica paz.
        Señor Chang-Gyou Choi (confuciano)
7. Nos comprometemos a estar de la parte de los que sufren a causa de la miseria y el abandono, haciéndonos portavoces de quien no tiene voz y trabajando concretamente para superar tales situaciones, con la convicción de que nadie puede ser feliz solo.
        Hojjatoleslam Ghomi (musulmán)
8. Nos comprometemos a hacer nuestro el grito de quien no se resigna a la violencia y al mal y queremos contribuir con todas nuestras fuerzas para dar a la humanidad de nuestro tiempo una esperanza real de justicia y de paz.
        Reverendo Nichiko Niwano (budista)
9. Nos comprometemos a alentar toda iniciativa que promueva la amistad entre los pueblos, convencidos de que el progreso tecnológico, cuando falta un entendimiento solidario entre los pueblos, expone al mundo a crecientes riesgos de destrucción y muerte.
        Rabino Samuel-René Sirat (judaísmo)
10. Nos comprometemos a pedir a los líderes de las naciones que hagan todos los esfuerzos posibles para crear y consolidar, a nivel nacional e internacional, un mundo de solidaridad y paz, basado en la justicia.
        Doctor Mesach Krisetya (Conferencia Menonita Mundial)
Como personas de diferentes tradiciones religiosas, proclamaremos sin descanso que la paz y la justicia son inseparables y que la paz y la justicia son el único camino por el que la humanidad puede avanzar hacia un futuro de esperanza. En un mundo en el que sus fronteras cada vez están más abiertas, y las distancias son más breves a causa de una amplia red de comunicaciones, estamos convencidos de que la seguridad, la libertad y la paz nunca serán garantizadas por la fuerza, sino por el entendimiento mutuo.
Que Dios bendiga estas resoluciones y de justicia y paz al mundo.
        Juan Pablo II
¡Nunca más la violencia!
¡Nunca más la guerra!
¡Nunca más el terrorismo!
En nombre de Dios, que toda la religión traiga justicia y paz, perdón y vida, ¡amor!


MENSAJE DEL PAPA JUAN PABLO II
A LOS PARTICIPANTES EN EL XVI ENCUENTRO
INTERNACIONAL DE ORACIÓN POR LA PAZ

 

Al venerado hermano
Señor cardenal ROGER ETCHEGARAY
Presidente emérito del Consejo pontificio Justicia y paz


1. Reciba, señor cardenal, mi afectuoso saludo, que le ruego transmita a los ilustres participantes en el XVI Encuentro internacional de oración por la paz, que se celebrará en Palermo sobre el tema:  "Religiones y culturas entre conflicto y diálogo".

Saludo al arzobispo de Palermo, señor cardenal Salvatore De Giorgi, a las amadas Iglesias de Sicilia y a sus pastores. Estoy seguro de que estos días de reflexión y oración ayudarán a los habitantes de Sicilia a hacer de su isla, con mayor conciencia, una tierra de acogida y de solidaridad, de convivencia y de paz. En efecto, Sicilia está llamada a ser encrucijada de encuentro, en el corazón del Mediterráneo, entre el Norte y el Sur, entre el Oriente y el Occidente.

2. La ya inminente cita de Palermo me lleva idealmente a Asís, a aquel 27 de octubre de 1986, cuando por primera vez invité a los representantes de las Iglesias, de las comunidades cristianas y de las grandes religiones a orar juntos por la paz. Y usted, señor cardenal, fue uno de los principales artífices de aquella memorable jornada, que marcó el inicio de un nuevo modo de encontrarse entre creyentes de religiones diversas:  no en la contraposición recíproca, y mucho menos en el desprecio mutuo, sino en la búsqueda de un diálogo constructivo en el que, sin caer en el relativismo ni en el sincretismo, cada uno se abra a los demás con estima, siendo todos conscientes de que Dios es la fuente de la paz.

Desde entonces, prolongando el "espíritu de Asís", se han seguido organizando, año tras año, estos encuentros de oración y reflexión común, y doy las gracias a la Comunidad de San Egidio por la valentía y la audacia con que ha recogido el "espíritu de Asís", cuya fuerza ha hecho percibir cada año en diferentes ciudades del mundo. Gracias a Dios, no son pocos los casos en los que el "espíritu de Asís", favoreciendo el diálogo y la comprensión mutua, ha dado frutos concretos de reconciliación. Por tanto, estamos llamados a sostenerlo y difundirlo, recorriendo los senderos de la justicia y contando con la ayuda de Dios, que sabe abrir caminos de paz donde no lo logran los hombres.

En nuestro tiempo, vivir este espíritu es aún más necesario. Por eso, el pasado mes de enero quise volver a Asís juntamente con los representantes de las Iglesias cristianas y de las grandes religiones, después de los trágicos acontecimientos del 11 de septiembre del año pasado. En Asís, transformada en un ágora de la paz entre los pueblos, dije que es preciso disipar las tinieblas de la sospecha y de la incomprensión. Pero las tinieblas no se disipan con las armas; se alejan encendiendo faros de luz (cf. Discurso en Asís, 24 de enero de 2002, n. 1:  L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 1 de febrero de 2002, p. 6).

3. El 1 de septiembre en Palermo esos faros de luz se encenderán de nuevo para proyectar sus haces luminosos a toda el área del Mediterráneo, lugar de antigua convivencia entre religiones y culturas diversas, pero también escenario de fuertes incomprensiones y de cruentos conflictos. Pienso, en particular, en la Tierra Santa, que ha caído en una espiral de violencia que parece imparable.

¡Cuántos pueblos se hallan oprimidos no sólo por dolorosos conflictos sino también por el hambre y la pobreza, especialmente en África, continente que parece encarnar el desequilibrio existente entre el Norte y el Sur del planeta! Ojalá se haga desde Palermo un nuevo llamamiento para que todos, responsablemente, se comprometan en favor de la justicia y de la auténtica solidaridad.
4. La temática del Encuentro permitirá hacer un amplio análisis de la situación en el planeta y valorar cuáles deben ser los esfuerzos que hay que realizar juntos.

"¿Sobre qué bases es preciso construir la nueva época histórica?". Este interrogante, surgido de las grandes transformaciones del siglo XX, interpela a nuestras tradiciones religiosas y a las diversas culturas. "¿Será suficiente -pregunté a los jóvenes reunidos en Toronto para la reciente Jornada mundial de la juventud- apostar por la revolución tecnológica actual, que parece regulada únicamente por criterios de productividad y eficiencia, sin ninguna referencia a la dimensión religiosa del hombre y sin ningún discernimiento ético universalmente compartido?" (Homilía durante la vigilia de oración, 27 de julio de 2002, n. 2:  L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 2 de agosto de 2002, p. 6).

La urgencia de este momento recuerda a la humanidad que sólo en el rostro de Dios podemos encontrar la razón de nuestra existencia y la raíz de nuestra esperanza. Ojalá que el Encuentro de Palermo favorezca esta toma de conciencia y contribuya a construir un mundo más libre y fraterno.
Aseguro mi participación espiritual y de corazón imploro de Dios toda bendición sobre los trabajos de la asamblea y sobre todos los presentes.

Castelgandolfo, 29 de agosto de 2002


En el camino de la profecía
Reportaje al cardenal Roger Etchegaray

Mirar el mundo con los ojos de Dios, tener la visión de la creación, vale decir, de un universo en que todos los hombres han sido creados iguales: este es, de acuerdo con el cardenal Roger Etchegaray, presidente emérito del Pontificio Consejo de Justicia y Paz, el espíritu justo para que la cita de Asís sea un paso hacia delante en el difícil camino del diálogo entre las comunidades y las creencias en el mundo.

- ¿Por qué esta tercera cita en la ciudad de Francisco?

“Porque el Papa ha querido recordar la importancia de rezar y, sobre todo, de estar juntos. Es el mismo espíritu que animó el primer encuentro de Asís, un encuentro que fue muy tenso porque el mundo estaba todavía dividido en dos bloques. Juan Pablo II ha sido impelido a esta cita, si puede decirse así, en virtud de los acontecimientos, como sucedió en parte para el segundo encuentro, durante la guerra de los Balcanes (1993)”. 

- Desde Asís II hasta Asís III, ¿qué más y mejor podía efectuar la Iglesia Católica? 

“Es mucho lo que se ha hecho. Incluso la insistencia de la Santa Sede con respecto a los Balcanes no se debía a que el Papa es eslavo y, por lo tanto, cercano a esos pueblos. Nuestra atención estaba allí porque esa región es un microcosmos en que se encuentran y se entrechocan culturas, religiones, civilizaciones. Los Balcanes eran la imagen de cómo se presenta el mundo aún hoy en su globalidad: un mundo fracturado, un “mundo roto”, como decía el filósofo Gabriel Marcel. A esta fractura el Papa ha contrapuesto una visión de unidad. Esa unidad no significa uniformidad, sino convivencia armoniosa de todos los pueblos, de todas las culturas y de todas las religiones. Los cristianos deben avanzar por este camino y darse cuenta de que la convivencia es una necesidad, pero no sólo eso. Cuando se habla de necesidad se piensa en algo forzoso: se tolera al otro en su diferencia, pero no se lo acepta plenamente. Pues bien, lo que en cambio los cristianos deben realizar más y mejor consiste en asumir esta visión – que el Papa ya posee – de un mundo en que Dios ha creado a todos iguales y todos son igualmente queridos por él”. 

- ¿Será Asís un encuentro más profético que político? 

“Ciertamente, la política está en todas partes. Aunque creo que es justo privilegiar el aspecto profético que, finalmente, es el único que puede en verdad derribar todas las fronteras políticas y partidistas y unificar a todos los hombres, sin distinciones”. 

- Los debates sobre la guerra justa, ¿no corren el riego de debilitar esta visión profética del Papa? 

“Los debates no se pueden evitar. Lo importante es, justamente, no debilitar esa visión global, esencial y profética. Pero creo que no sucederá”. 

- ¿Qué resultado tendrá en concreto esta nueva cita? 

“No hay que creer que habrá automáticamente un cambio: el mundo avanza tan sólo de manera lenta e intermitente. Lo importante es no perder de vista el objetivo y saber que Dios nos impulsa a avanzar por el camino de la justicia. Será un fuerte momento espiritual, pero no vamos a la ciudad de Francisco para estar en la nubes, para contemplar el mundo de modo abstracto y atemporal. Estar juntos nos permitirá tener una visión más realista de lo que ha llegado a ser el mundo y contemplarlo con los ojos de Dios. Diría que si uno no se pone en las manos de Dios, como que ese es su propio sitio, para observar adónde ha llegado el mundo, no podrá haber justicia ni felicidad”. 

Annachiara Valle 

(En Jesus, año XXIV, nº 1, Milán, San Paolo, enero de 2002.)


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